¿Quién es el emperador? ¿Quién da las órdenes de disparar contra Venezuela, invadirla, expropiarla y deponer al Presidente obrero?
Sabemos que el motor social de la lucha de clases confronta a los explotados con sus explotadores en unas relaciones dialécticas que conducirán, en última instancia, a la victoria del trabajo, a la sociedad de l@s iguales, al socialismo, al comunismo.
La última sociedad de los amos es el capitalismo. Después de éste ya no habrá un solo polo sino los múltiples que los Pueblos libres, soberanos e independientes decidan. Superado el capitalismo estará vencido el pensamiento único y toda producción será colectiva bajo el principio de generar toda la diversidad de bienes que se requiera, aportando cada quien la capacidad que tenga para lograrlo y recibiendo para su disfrute, según la necesidad que lo distinga o diversifique.
Cuando en la lucha de clases entre burgueses y proletarios esta última identifica al Imperio o al imperialismo como su enemigo, es obvio que lo está haciendo con un genérico intangible, sin rostro, sin nombre ni apellido. No es -pese a lo que algunos puedan creer- Donald Trump ese aludido emperador.
Trump es un burguesito menor, un casi sin nada que, a punto de vender bisutería de guerra y cumplir las órdenes de sus verdaderos amos, ha conseguido entrar en ciertas esferas de poder e invertir en el de la Casa Blanca.
Trump no tiene estatus para jugar golf con la élite del Club de Bilderberg. Apenas podría ser cádiz de uno de ellos, pero a esas reuniones no entra cualquiera.
El imperialismo verdadero es un puñado de burgueses, dueños de medios de producción, que congregan los grandes capitales del mundo en sus pocas manos. No son muchos, es verdad, aunque haya una significativa cantidad de autoproclamados en ese renglón.
Lo que digo en esta nota es porque, a la hora de saber ubicar quién decide y declara verdaderamente la guerra en desarrollo contra Venezuela, para no gastar «pólvora en zamuros» disparando a diestra y siniestra.
Nuestra guerra, la «de todo el pueblo» (para decirlo como el estratega vietnamita Nguyen van Giap, victorioso contra el Imperio yanqui), inscrita en la explícita lucha de clases en capitalismo, es contra el explotador, contra quien ha expropiado y expropia al mundo sus riquezas colocándolas de su lado, como propiedades «suyas», como bienes «lícitos» y «merecidos» que son los que -de verdad verdad- consiguen revestirles de poder imperial. Es decir, hacerles emperadores y por extensión miembros de un misterioso club con nombre de hotel lujoso, llamado Bilderberg.
En resumen, con este Diálogo de hoy he querido contribuir mínimamente con la problematización del concepto de poder y, por extensión, de Imperio y de emperador. Y concluir con la certeza de que Trump no es exactamente el emperador ni quien da las órdenes para desarrollar la presente guerra contra Venezuela.
Trump es un «altoparlante» que, en nombre del verdadero emperador funge serlo y atiza, desde sus gradas, la guerra. Vendrán rostros nuevos a ocupar la Casa Blanca, mientras la Revolución Bolivariana y Chavista resiste, combate y avanza en la consolidación de la Patria socialista.
Ilustración: Iván Lira