¡Se peló el musiú!

Nunca escondí, durante la campaña electoral gringa que ganó Hilary Clinton pero que el peculiar sistema comicial de Estados Unidos regaló a Donald Trump, mi inclinación a que este último se alzara con el inmerecido derecho a ocupar –circunstancialmente, por fortuna- el puesto de mando en la Casa Blanca. Mi alegato, siempre, fue el mismo: la historia demuestra que es menor en los republicanos la dosis de hipocresía que caracteriza al establishment norteamericano, donde los demócratas con el cuento de “jugando y jugando lo mete el perrito”, se cogen el brazo cuando habían dicho que solo irían por la mano. En honor a la verdad (no a la postverdad), de hipócritas acá estamos hartos y hartas. Nos acompaña un inmundo ramillete de farsantes que aunque siembra dudas sobre el Consejo Nacional Electoral (por poner solo un ejemplo), no aguanta dos pedidas para arrastrarse ante el mismo CNE rogando le sea aceptada la inscripción para optar a algunas de las gobernaciones que se disputarán próximamente.

La amenaza del viernes pasado contra nuestro país, proferida por el dueño del negocio imperial, me da la razón. Así lo siento. Fue directo. Sin disimulos. Contante y sonante. Todas y todos lo entendimos perfectamente. Es más, extrañaba que el exgerente del Miss Universo no se hubiese pronunciado antes, en tal sentido. Bienvenido, pues, Míster President, al debate en el Caribe.

Lo siento por él. Lo digo con toda seriedad. El musiú, se anotó mal. Deshojó la margarita bélica, en el peor momento. Como buen ignorante de la idiosincrasia bolivariana, se subió al ring justo en el momento en que gladiadoras y gladiadores chavistas están en su momento estelar, echándose al pico a cuanto majunche se le atraviese en el camino. Y él podrá ser muy peso pesado (¡vaya que lo es!), pero igualmente es un majunche cualquiera con el agregado en su contra del pésimo olfato para estas lides que le reservan un nocaut fulminante. Caería en el mismísimo primer round, a los pocos segundos de sonada la campana.

En otros tiempos, el combate –tal vez- hubiese llegado hasta la mitad de lo previsto pero luego de resistir los ataques de la Asamblea Nacional burguesa, derrotar los intentos de golpe de Estado, resistir el malandraje internacional salido desde diferentes palacios de Gobierno, entrompar la guerra económica impulsada desde el suelo del propio Trump, acabar con las guarimbas y arrasar en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente el 30 de julio, este pueblo es capaz de desafiar y demoler cualquier berrinchada salida de las entrañas del demonio mismo.

Todo combate, deja una lección. Deseo, fervientemente, que este no sea la excepción y que el iluso corpulento aprenda y se convenza, que aquí nadie come tamaño. Por las buenas, como lo reitera constantemente nuestro líder Nicolás Maduro, siempre nos tendrán prestas y prestos a servir. Por las malas, mejor ni lo intente.

¡Chávez vive…la lucha sigue!

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