Este domingo, el presidente Nicolás Maduro recalcó su decisión de continuar enfrentando al monstruo económico oxigenado por el capitalismo salvaje para defenestrar nuestros sueños de justicia integral. Entrevistado por José Vicente Rangel, anunció medidas dirigidas a golpear la delincuencial ofensiva que lacera el presupuesto familiar.
Obligar a los comerciantes a respetar el precio máximo de los productos, es una de ellas. La Asamblea Nacional Constituyente, a través de una comisión especial, será su mayor punto de apoyo. Dos horas después de finalizado el programa, fui al mercado municipal y ¡oh sorpresa!, algunos vendedores “analizaban” la intención del Jefe de Estado.
El pesar que mostraba uno de estos negociantes, acaparó mi atención. Abatido, lamentaba la intención de Maduro. Incapaz de entender su “razonamiento”, concluí que el compromiso recién asumido por el Presidente Obrero representa el planteamiento y el proceder idóneo en la guerra que libramos.
Seguramente, el “quejón” del mercado está entre quienes se lucran con el dolor y el sufrimiento ajeno. Consciente de que la disposición oficial lo pondrá a ganar solo lo que debe ganar y no más, lo convierte en viudo de los ingresos extras obtenidos sin necesidad de invertir ni arriesgar capital alguno. Él, como otros y otras, es un parásito de un sistema que nada más sabe crear eso: parásitos.
Sabemos que al camarada Nicolás no le temblará el pulso. Respaldamos su determinación. Se lo exigimos, incluso. Cuente con nosotras y nosotros, en esta confrontación. Aplique, sin titubeo alguno, las medidas que deba ejecutar en defensa del derecho humano de la población a un alto nivel de calidad de vida y el buen vivir. Ah, los quejones y quejonas, que se preparen. Se les acabó el tiempo.
¡Chávez vive…la lucha sigue!