Del guayabo, el despecho y otros males (de amores)
Seguiremos con el paseo de esta rockola de mi vida y a petición de los lectores, haré un inciso especial para contarles los temas musicales que me han acompañado cuando me ha tocado andar con la empalizá por el piso. Con sus matices, con sus altos y bajos, porque es que llevar un guayabo no es igual para todos y no todos son iguales ni tienen la misma intensidad. Engordé la selección porque se quejaron de lo pichirre.
El más reciente fue muy duro y doloroso de llevar. Una gran amiga me dio a conocer esta canción de una española de la que después me convertí en fan de su trabajo, es que pareciera que ella escribiera las letras de sus canciones basadas en mi vida, como si me estuviera viendo por un huequito, ya que son calcadas con mi sentir. Va entonces esta rola, que en su contenido, lleva un gran mensaje muy útil para esos momentos de achicopalamiento, donde no encontramos explicación en el empeño de seguir enamoradas de ese patán.
En otras oportunidades me he conseguido con algo más cercano a nuestras raíces y de la voz de un coterráneo, quien describió a la perfección, el coleto en el que uno se convierte cuando anda con el corazón roto. Resume en su letra lo nube negra y mejor amigo del Malvado Murphy que uno puede llegar a ser.
En medio de la resignación y en ese intento repetido de buscar ventanas para saltar o de lanzarse a las vías del metro en hora pico y mientras tu mamá te esconde todos los cuchillos y objetos punzopenetrantes de la casa, uno escucha música (a todo volumen) como para que hasta el vecino bullero se entere que te partieron el corazón en partes iguales.
Estos argentinos rastafaris metieron, en una misma canción, ese sentimiento de desespero de no saber qué diantres hacer con el coctelito de emociones que malabarísiticamente uno sostiene en equilibrio suicida. Se ve que el pana estaba ebrio y descorazonado, agarró lápiz y papel y se lanzó esta lírica describiendo todos los momentos críticos de su moribunda relación y en una de mantener el orgullo explica que es la otra persona que se queda sin él.
Ya en el chasis de la pea, si suena ésta, la canto en mi mejor espanglich machuqueado, porque así como dice la letra uno si es tonto o PENDEJO, cuando se enamora y deja que lo dejan.
Para cerrar, les dejo una de la diosa de los despechos y que con su vozarrón y sus «ayayays» nos enseñaron a llevar un guayabo con dignidad, aferrados al fondo de la botella y que se debe cantar desgarrando garganta y ropas, así como ella (La Lupe) lo hacía.