Lo que no me canso de escuchar
Hay canciones que nos acompañan por toda la vida, sin importar el momento en el que nos encontremos. Son esas que nos hacen revivir alguna situación o las que nos han enamorado desde el primer día que las escuchamos y comenzaron a formar parte de nuestra propia y particular banda sonora. Aquí la rockola que llevo a cuestas y puede estar en repeat por siempre.
Yo no sé cómo llegó ese cassette a mi cuarto, ni a mi casa, creo que perteneció a una de mis primas. Lo cierto es que estaba lleno de puro rock ochentonoventoso y a pesar de que yo era (para entonces) sólo una prepuber, pude engancharme de estas melodías.
Cautivada por esas largas melenas y vozarrones que algunos tenían, me fui adentrando en este género, que con este tipo de baladas, hacía que se me bajaran las medias. Imaginaba que hasta esos cantantes con esas chaquetas de cuero y cadenas, uñas pintadas de negro, podían enamorarse y despecharse de esa manera (igualito que uno que era (o es) bien pendejo).
Ésta es una de ellas, de una banda que no tuvo mucho éxito pero que al menos me dejó este regalito, que puedo escuchar una y otra y otra vez.
Su acento y estilo para cantar, con esa vocecita ronca, me volvió loca la primera vez que lo escuché. Fue en la radio y luego de la presentación del tema, el locutor entró en una disyuntiva sobre la nacionalidad de este cantante, que si bien nació en Alaska, EEUU, vivió en Argentina y por eso habla perfectamente los dos idiomas, era un digno representante del rock en este hermoso idioma.
La genialidad que tiene este artista para componer y escribir letras es inmensurable. No se parece a nada, es único en su estilo y logra fusionar en sus piezas, la cultura latinoamericana y en especial la del sur, con otros ritmos caribeños y mezcla toda la diversidad y mestizaje que nos caracteriza.
El contenido de esta canción realiza una muy dura crítica al consumismo, préstenle atención.
La melodía de este tema me genera una calma indescriptible, de hecho, cuando estoy bajo mucha presión y estrés, la pongo para descompresurizarme y no cometer un asesinato selectivo. Ellos siguen haciendo muy buena música, ésta es para mí, la mejor de ellos.
Comencé a escuchar a este artista hace un par de años, juraba y perjuraba que era francés, me cautivaron sus ritmos electrónicos y sus ojos verdes. Luego comencé a investigar más sobre él y resulta que es belga, toca muchos instrumentos, es productor musical, actor, modelo y bailarín y para la tristeza de quienes le seguimos los pasos, ya se retiró del mundo artístico.
El que me conoce sabe que por ver a este dúo, yo doy un brazo. Los he ido a ver cada vez que se han presentado en mi ciudad y tengo todos sus discos, hasta la maqueta. Esta es una de las tantas canciones de Jose y David que puedo escuchar un millón de veces sin cansarme ni aburrirme. Sus letras se parecen mucho a lo que a veces siento y no logro expresar con palabras. Algo que me enamora de ellos es su pasión a la hora de interpretar sus canciones, se la vacilan, se las disfrutan, las sufren, las sienten profundamente y se nota en escena. Los amo.
Hay demasiado artistas y bandas venezolanas de las que pudiera también hacerles varias entregas, detallando y enalteciendo el trabajo que han hecho durante décadas. Los hermano DiMarzo son sólo una muestra de la calidad musical que hay en mi país. Yordano y Evio han estado en la palestra siempre, crecí en los ochentas, bailando lo más tropical que mostraron con Adrenalina Caribe y me despeché con las baladas rajavenas de Yordano. Siempre han encontrado sacarme una sonrisita o una lagrimita, dependiendo de la ocasión y en esta pieza, se juntaron con los genios de Caracas Sincrónica y lograron este temazo, se los regalo para que se llenen de orgullo diciendo que esos panas son venezolanos.
Mi hermana siempre acostumbraba a escuchar música en su cuarto, a veces le pedía que le bajara el volúmen. Esta canción en particular, ella la escuchaba una y otra vez, creo que se la estaba aprendiendo o algo así. La escuché tanto que ahora, para hacerme la idea de que ella está en el cuarto de al lado, la pongo a todo volumen y la canto como ella lo hacía. A veces cuando voy en el carro y la escucho en la radio, le mando una nota de voz, desafinando como sólo yo puedo hacerlo.
Mi hermana también es la culpable de haberme mostrado este tema, que más allá de que la letra sea muy sencilla y linda, el video que hicieron está muy original y bien hecho. Conocer A Banda Mais Bonita Da Cidade, me cambió la vida y me alborotaron las ganas de aprender a falar portugués.
Creo que ya les había contado que los cafetas están en mi rockola en otros espacios y con muchos temas, este es uno de ellos. Re es tremendo disco y sus canciones son especialmente cautivadoras y llenas de energía. La melodía central y el coro de esta canción puedo cantarlos cuantas veces sea necesario para reactivar mi día y llenarlo de amor, color y diversión. De eso se trataba esta selección de música, así que canten conmigo: paparupaparueoeo…
Mi amiga Desirée y yo grabamos un cassette (sí un cassette) con esta canción nada más. La escuchábamos todas las tardes en la sala de su casa, sólo porque sí. No había razón aparente por la cual nos gustara tanto esta canción, sólo nos hacía felices, quizás teníamos la ilusión de que un chico nos la dedicara algún día o que llegáramos a bailarla, pechito con pechito, con el chamo que pao.
La música es sanadora en muchas ocasiones, nos anima y nos saca del foso (o nos hunde más), la asociamos a personas, momentos, circunstancias pero siempre hay un hilo que nos va armando esa banda sonora que llamamos vida. Yo sólo quise mostrarles un pedacito de la mía. Espero les haya gustado.