Realenga: La palabra emancipada tomó las calles

Por: Oscar Sotillo

Hay unos poetas en la plaza. Echaron mano de una pancarta pintada a pura voluntad. Una letras rojas se atraviesan de poste a poste y gritan “La voz de la gente” en plena ciudad, al arrullo del tráfico y las guacamayas. Son poetas de la calle, de a pie y dicen que traen su poesía para construir más patria. Es un hecho significativo que los poetas arrimen su palabra, pero más que la palabra lo que traen es la voluntad de forjar espacios libertarios, hechos por la gente sin que los mecanismos del Estado, ni los aparatos de consagración, ni los artificios de los prestidigitadores de la palabra, puedan encandilar a nadie.

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Los poetas leen un comunicado corto y contundente, sin palabrerío, sino con palabras de trabajo y amor. Son 22 poetas, hombres y mujeres que lanzan en el medio de Caracas un tropel de emociones, de voluntades y palabras para que en estos momentos de arremetida imperial no claudiquemos. La voluntad de los pueblos está permanentemente a prueba, las realidades se construyen todos los días y muchas veces asechan las sombras de las poltronas, de la burocracia, de las mentes estólidas que creen que ya la revolución se ha construido, y se confían en la comodidad de un recodo del camino.

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Hay unos poetas en la plaza, en muchas plazas. Son 12 ciudades en ocho estados de Venezuela. Más de cien poetas juntando voluntades. No hay cabeza visible, ni recurso de logística, ni tecnología que no sea la de cada colectivo, que no sea la determinación del corazón para la lucha. Maracaibo, Cabimas, Barquisimeto, Carora, Colón, Punto Fijo, Guanare, Maracay, Los Teques, Guatire, Caracas, Ciudad Bolívar se activaron al unísono, bajo la idea realenga y libertaria.

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Realengo es un pueblo que no reconoce cadenas ni opresiones, que aun en los momentos donde el desánimo parece ganar algunos espacios, no desmaya en su accionar y reafirma su espíritu emancipado, sus poderes creadores. Realenga es la poesía que va al combate, que agarra la palabra de la gente, que no se deja edulcorar con oropeles ni artificio ni imposturas. La calle, las plazas, los rincones, los barrios, los patios, se han llenado de poesía por toda Venezuela. Lo realengo no tiene dueño, anda por los campos sin soga ni límites, se sabe libre y amoroso, batallador sin pausa, obrero de la libertad.

 

DesdeLaPlaza.com / Oscar Sotillo