Racismo, fascismo y coronavirus: tres pandemias en una

«Se está preparando una guerra contra Venezuela, que quieren los yanquis, que quiere la burguesía colombiana… ¿Qué quieren que yo me quedé cruzado de brazos?»

Hugo Chávez

Caracas, 13 de noviembre de 2009

 

En realidad la gran pandemia que padece la humanidad, desde hace -al menos- unos tres o cuatro siglos, se llama capitalismo. Pero no está mal que lo desglosemos en tres de sus expresiones (racismo, fascismo, coronavirus) que hoy observamos muy evidentes en las estrategias y tácticas guerreristas del Pentágono, por órdenes de los amos del mundo y boconerías del actual mandatario gringo, Donald Trump.

Por supuesto que al decir «expresiones» no estamos refiriéndonos a categorías sino a complejos fenómenos sociales de distinto orden e intensidad, surgidos de las relaciones de producción capitalista y de sus acomodos y reacomodos para perpetuar su dominación.

El racismo tiene un origen histórico en la pretensión de defender a la aristocracia por encima de la democracia, exactamente en lo que fue la transición del feudalismo al capitalismo. Según esa doctrina (se cita como «teórico» de esos planteamientos a Gobineau y su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas), existe una raza «superior», aria o nórdica, que es «guía» de la humanidad y, por oposición está, la raza (o «antiraza», como la denominan los arios) parasitaria, «inferior», judía que ha «envenenado» la sociedad a través de doctrinas «corrompidas» de las enseñanzas «originales» del ario (con razón observamos hasta el presente los rostros rubios, catiritos del palestino Nazareno, llevado a la muerte de Cruz) Jesús.

Organismos como la Unesco, siguiendo estudios antropológicos e investigaciones históricas, han condenado al racismo como doctrina y prácticas discriminatorias y segregacionistas, sin embargo, la vigencia de esa cosmovisión sigue culturalmente hegemónica en sociedades como la estadounidense, con gobiernos como el que hoy encabeza el supremacista Donald Trump, quien condena, persigue, encarcela o asesina a los negros, a quienes considera inferiores y subversivos por el color de su piel y sus «ilegítimas» pretensiones de igualarse con los blancos.

El racismo, como cosmovisión y doctrina de élite de los amos del mundo, ha despuntado como pandemia en diversos momentos históricos, especialmente en los períodos políticos nazi-fascistas en, Alemania e Italia y luego -por emulación doctrinaria- en dictaduras más recientes, como las de Brasil, Chile o Argentina en las décadas de los 60, 70 y 80 del pasado siglo.

En cuanto a la conocida pandemia del fascismo, es sabido que es creada por «laboratorios» bajo la responsabilidad estratégica de los amos del mundo e instaurada como «ensayo» de régimen de gobierno en Italia, presidido por Benito Mussolini, entre 1922 y 1945, a través de un partido único y la exaltación del nacionalismo y el corporativismo, también centrados en la pandemia, anteriormente aludida, del racismo.

Finalmente tenemos la pandemia actual (las tres que aquí mencionamos son igualmente actuales y vigentes en este año 20 del siglo XXI) del coronavirus, de características bioquímicas y con especificaciones de armas letales o de exterminio (inmediato, si «prende» como molécula patógena en individuos humanos; o mediato, si fertilizan los miedos y la paranoia, destinados al aislamiento y la disolución de la fraternidad, de la solidaridad y -en última instancia- de la conciencia de clase proletaria y revolucionaria.

En resumen, estamos enfrentando tres pandemias en una, mientras los amos del mundo o sus gobiernos reaccionarios, supremacistas y represivos, actúan en función de invadir y vencer a países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, China y Rusia -entre otros- sobre todo por sus proyectos políticos multipolares, anticapitalistas, antiimperialistas, comunitarios o de comunas con sentido de igualdad y socialismo.

La experiencia de resistencia y lucha del pueblo venezolano, a través de su Revolución Bolivariana y Chavista y del Gobierno que preside Nicolás Maduro, por decisión popular y Constitucional, es un ejemplo de resistencia organizada al mismo tiempo que de voluntad de perseverar y vencer, como en efecto ¡VENCEREMOS!

Ilustración: Iván Lira