Si quieres no me respondas. No importa. Pero igual quiero invitarte a que abordemos este Diálogo en la acera, con el tema electoral, específicamente referido hoy a la escogencia de nuestras alcaldesas y alcaldes, el domingo 10 de diciembre de este año.
Voy a comenzar por comentarte mi apreciación general sobre democracia y elecciones. Una democracia auténtica está basada en principios socialistas, de lo contrario se trataría de una manipulación de la burguesía defendiendo su poderío económico desde una superestructura que maneja su hegemonía a través de instrumentos o aparatos civiles y de Estado creados para la perpetuación del dominio por la aparente vía del consenso.
De hecho, la memoria venezolana, de hace un par de décadas atrás, es un claro ejemplo en “democracia representativa” del ejercicio de la dictadura del capital con elecciones quinquenales en las que se “seducía” al pueblo para que escogiera a sus opresores durante los cinco años siguientes a esos comicios.
La democracia comienza a vislumbrarse como nueva, bajo principios populares y potencialmente socialistas, solamente cuando el año 1999 el Comandante Hugo Chávez, recién electo Presidente de la República, llama a conformar la Asamblea Nacional Constituyente y nos damos (por refrendación popular) la hoy vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. El carácter protagónico y participativo del pueblo venezolano en todas las decisiones ciudadanas, es el primer rasgo evidente de estar transitando por un camino auténticamente democrático y que supera las elecciones tan sólo para lo convencionalmente previsto.
El desafío de la democracia directa, asentada en las bases y con impacto a todas las esferas de organización social, se basa en la comuna como concepto proletario que asegura la superación del Estado burgués, impuesto -por demás- desde la conquista y colonización de nuestros pueblo.
Si por teoría y debates de ideas nos guiamos, estoy seguro de que pudiésemos tener un largo Diálogo hoy. Por lo tanto, detengámonos aquí y volvamos a la pregunta inicial: ¿Por quién vas a votar este domingo? Y soy el primero en responder que por el candidato que en mi municipio recibe el apoyo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Para mayores detalles, voto por Farith Fraija en el Municipio Carrizal del estado Miranda. Pero si estuviese registrado en cualquier otro municipio del país, allí lo haría (en esta coyuntura) por el o la candidata acompañado por la postulación e identificación del PSUV. Lo haría, aún en aquellos municipios donde otras organizaciones revolucionarias han postulado candidatos “propios”.
¿Por qué tomo esta decisión? ¿Soy acaso un sumiso al partido? ¿Estoy adocenado? ¿Soy un acrítico? ¿No me doy cuenta de la “dedocracia” en las postulaciones? Pues, tomo esta decisión porque estoy convencido de que nos encontramos ante una coyuntura en la que, primero, la unidad debe expresarse también en estas elecciones. Porque soy disciplinado. Porque creo en quien comanda hoy esta Revolución y esta organización política para avanzar hacia los fines de la Revolución Bolivariana y Chavista, en la que también creo. Porque creo en la táctica si está inscrita dentro de una estrategia, la estrategia de vencer al capitalismo, de avanzar hacia un nuevo Estado que nos fortalezca en el avance hacia la sociedad de las y los iguales, hacia la construcción de la Patria socialista.
Me parece que debemos dejar de mirarnos los ombligos, acabar con las sectas, los egoísmos y procurarnos la necesaria unidad que reclama toda revolución verdadera. Mi propuesta es unidad para el debate entre diversos que trabajamos en un función de una misma Revolución y de sus fines socialistas. Esa propuesta debemos tenerla siempre presente y trabajar en función de ella, pero hoy es urgente entender esta táctica, esta coyuntura y así poder avanzar. Votaré en función de la estrategia de vencer, al capitalismo, a sus perversidades a sus agresiones y su muerte. Votaré por la vida. Lo demás lo llevamos al debate de ideas.
Ilustración: Xulio Formoso