Quizá la primera víctima en la desproporcionada guerra mediática en contra de la memoria soberana de los pueblos, sea la palabra. La palabra, expresión de la verdad a partir del concepto que encierra en ella como síntesis de múltiples determinaciones, es un objetivo militar en esta guerra y odio de clase desplegada por los dominadores, dueños del capital mundial y financiero, en contra de la humanidad. Convertir la acepción de un concepto en su antagónico y dejarlo sobreviviendo como apariencia de una verdad que no es, constituye una de las tareas de los laboratorios que planifican el control hegemónico de la comunicación.
Bajo esas premisas quiero referirme hoy a la palabra “marcha”, muy en boga en los últimos días al tratar de mimetizar tras ella los actos terroristas que despliega en las calles -de algunas ciudades como Caracas, Barquisimeto o Valencia, entre otras- la derecha oposicionista en Venezuela, procurando caotizar y desestabilizar al país, en función de derrocar al gobierno constitucional y democrático que preside Nicolás Maduro Moros.
Mucho antes de que la derecha mediática, nacional e internacional, asumiera disfrazar esta palabra, intentando venderse por el mundo como realizadores de “protestas pacíficas”, el movimiento revolucionario, bolivariano y chavista, escogió marchar por las calles del país, como soldados patriotas, en procura de “tomar la colina” invadida desde hace siglos por un enemigo que esparce su ideología, su simbología, su hegemonía, como parte de la dominación que ejercen al producir, distribuir y obligar a consumir los bienes materiales en condiciones de explotación humana de las mayorías trabajadoras, pobres, proletarias.
Con inspiración en el ideario bolivariano y en la condición de los soldados independentistas que hace 200 años marcharon, a paso redoblado, para vencer al conquistador y colono europeo que nos dominaba desde el imperio español. La marcha, para el soldado, es el paso firme de avance en posiciones que le deben conducir a la victoria. La marcha es el movimiento táctico de la tropa, planificado estratégicamente bajo principios de paz y nunca de violencia (aunque explícitamente ella pueda estar presente en algunas circunstancias de la confrontación entre clases y sus ejércitos). Sólo los guerreristas y negociantes del dolor, la muerte y el terror, privilegian la violencia en sí para vender armas y obtener jugosas ganancias a cambio de muerte y destrucción, tal como lo hace el capitalismo y sus gobiernos.
Para los soldados de paz, como es el caso de los componentes que integran nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con su perfil de nuevo tipo, antibelicista, definido y establecido como principio, por el comandante Hugo Chávez en el ejercicio de su liderazgo y Presidencia de la República, la marcha es un movimiento táctico del pueblo-soldado en el despliegue de su estrategia liberadora e independentista.
Para el sicariato financiado por los dominadores capitalistas desde sus centros de poder, la “marcha” es el recurso desesperado de una apariencia cuya esencia está movida por la violencia y el terrorismo y que es utilizada para minar los campos soberanos en países cuyos pueblos se han abierto a la multipolaridad, a la diversidad y a la producción desde perspectivas postcapitalistas, que se construyen pacientemente como esperanza de Patria nueva y socialista.
La planificación enemiga para derrocar la democracia participativa y protagónica de Venezuela y al gobierno encabezado por el presidente Maduro, les ha llevado a ejecutar una alta inversión presupuestaria invitando a “marchas” cuya esencia y despliegue siempre tiene por centro el terrorismo, la alteración del orden público y de la paz ciudadana, mediante la generación de odio, heridos y muertos en cada “marcha pacífica” que está vendiendo al mundo una “acepción nueva” de la palabra “marcha” como sinónimo de “pacífica”, pero que expone a la Patria de Bolívar y de Chávez como objetivo militar que debe ser “salvada” de las garras del “régimen dictatorial de Maduro”.
Entonces, ¿quién me ha robado la palabra marcha?, ¿quién nos la ha robado?… Pues, la contrarrevolución, los enemigos de la Patria, de la democracia y la soberanía, quienes quieren edificar una imagen de “crisis humanitaria” que acelere las presiones del mundo occidental, proimperialista yanqui-sionista, en función de intervenir a Venezuela y acabar con nuestro proyecto radical de transformaciones para la igualdad, en la Patria, en Nuestramérica y como esperanza para la humanidad en el mundo entero.
Cuidar nuestro idioma y la fuerza originaria de la verdad que cada palabra encierra, es parte de nuestra resistencia anticolonialista y antiimperialista.
Ilustración: Xulio Formoso