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¡Qué problema con las tareas!

Portrait of a happy man helping his son to do homework - Indoor

Los chamos crecen mucho más rápido de lo que nosotros, sus padres, nos adaptamos a esos cambios. Es por eso que mantenernos actualizados y al tanto de los progresos de nuestros peques, no es una opción, es una necesidad. Uno se queda sentado mirando cómo crecen y de pronto los tenemos en el colegio enfrentando lo que para muchos es un trauma: las tareas.

Desde unos años para acá, los deberes escolares son materia de polémicas discusiones en varios países. Algunas legislaciones han prohibido que se les envíe tarea para la casa a los pequeños, pues alegan que les resta tiempo para jugar o para el sano esparcimiento y les genera estrés y frustración. Otros grupos opinan que los deberes escolares refuerzan los conocimientos adquiridos en la escuela, crean buenos hábitos de estudio y les motiva a la investigación.

Según los expertos en la materia, el preescolar y el primer grado de primaria, no requieren de elevados niveles de exigencia para los pequeños. Pero a partir del segundo grado, los deberes escolares deben entenderse como un compromiso de los niños, el cual debe cumplir en la medida de lo posible sin la orientación constante de otras personas. El objetivo de las tareas es fijar lo aprendido en clases y responsabilizarse de ello, al tiempo que ponen en práctica la disciplina y el orden.

Claro que es recomendable que nuestros chamos sientan el apoyo parental cuando realizan sus deberes, pero ello no debe convertirse en quitarles el peso fuerte de la responsabilidad y terminar haciéndoles el trabajo a los peques. La orientación y el acompañamiento no van en la misma dirección de hacer el trabajo por ellos.

Por otra parte, quienes se oponen a que los niños hagan tareas en casa, sostienen que  las asignaciones en exceso afectan los niveles de frustración y estrés en los niños, puesto que muchos adultos tienden a presionar de manera obsesiva a los chamos para que culminen sus deberes. También se alega que los niños deben tener mayor tiempo para sus actividades recreativas, y que la sumatoria de todos estos conflictos genera rechazo a la escuela.

Por supuesto que todo exceso es dañino, pero en el segundo caso, dependerá de la forma en que los adultos enseñemos a nuestros hijos a relacionarse con los deberes escolares. Los castigos, las amenazas y las intimidaciones sólo conseguirán que los pequeños se alejen de los estudios cada vez más.

“No quiero hacer la tarea”

Cuando esto pase, no entres en pánico. Ante todo evita caer en la facilidad de castigar, prohibir y mucho menos maltratar. En primer lugar tenemos que, como en todos los aspectos de la vida de nuestros hijos, averiguar qué está motivando esa reacción en ellos, cuáles son sus inquietudes y si algo no está funcionando de manera satisfactoria.

Cada persona es diferente y el sistema educativo debe atender de forma eficiente a cada niño, sino para eso estamos los padres que debemos acompañar este y todos sus procesos de crecimiento.

Debemos asegurarnos de que no hay mucha presión en el aula, que no exista un exceso de tareas y que las mismas no sean repetitivas y de poca utilidad. Conversar con los maestros para trazar estrategias comunes y así garantizar el éxito en la vida académica de nuestros hijos.

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