Porque soy omnívoro (breve relato tragi-cómico) con el perdón de mis amigos vegetarianos y veganos que aprecio.
“Sólo la muerte da sentido a la vida”
Víctor E. Frankl
Mi dieta alimenticia ha sufrido cambios en distintas etapas de mi vida, de niño era omnívoro por obligación. Ya que mi madre, santa ella, al verme tan delgado me daba de todo para comer, en el afán de ver en mi algún poco de carne cubriendo los huesos. Principalmente me daba carne de vaca y cerdo (como si por asimilación directa pudiera adquirir semejanza).
Lo que madre no comprendía y, yo comprendí tiempo después es que mi tamaño y mi estructura física tenían una razón. Cotejando fechas de mi nacimiento verifiqué que soy el producto de un dilema, en una siesta de mayo otoñal, de rendirle culto al dios Morfeo o al dios Eros, que quedó resuelto en medio rezo a cada uno (traducido al vulgo echarse un polvo o dormir la siesta y quedó en un medio polvo, o sea soy el producto de un medio polvo siestero). Por esa causa a pesar del esfuerzo de ella en mi alimentación no había aumentos de lípidos en mi cuerpo.
Pero mi alimentación cambió de joven. Una noche iba de cacería con mi padre, tenía una escopeta del 12 chico, llamadas palomeras, cuando disparándole a un conejo le acerté, pero he aquí, que moribundo el animalito me miraba y esos ojos tristes no los pude olvidar, desde ese momento me hice vegetariano, al principio era vegetariano ovo-lácteo (pero como tengo intolerancia a la lactosa, era ovo sólo) pero un día iba hacerme un huevo frito y a tras luz vi, lo que en el campo llaman la galladura y que sería el embrión mi mente dijo, he abortado un pollito y desde ese momento fui vegetariano puro, lo que ahora dirían vegano.
Tenía mi propia huerta, con lechugas de distinto tipo, papas, berenjenas, rabanitos, etc.., hasta que un día la hijita de una amiga, viendo como cortaba la achicoria, me dice:
– Estás matando a las achicorias.
– No, como matando, las estoy cortando, le dije.
– Sí, me dijo ella, las estas matando, porque ahora se van a podrir y si no las cortaras, seguirían verde.
«La pucha» – pensé, «tiene razón». Que concepto limitado tenemos de vida, consideramos sólo vivo a los seres que se mueven o hacen ruido y, las pobres plantas, también tienen vida. Porque aunque nosotros no conozcamos como se comunican o por el solo hecho de estar inmóviles, no podemos negarle su condición de ser vivo, SER VIVO, estoy matando una achicoria, me dije.
Mi dieta cambió a un extracto de minerales y un producto que era mezcla de elementos no animales ni vegetales, parecido al Ensure que le dan a los viejos. Obviamente sí era flaco, ahí casi desaparezco y digo casi, porque un día estando internado no sé si tuve un sueño o un delirio o realmente pasó. En la punta de mi nariz tenía un gusano (muy parecido al gusanito que acompañaba a la novia en la película de Tim Burton El cadáver de la novia) que negando con su cabeza me miraba fijo, entonces le pregunté:
– ¿Qué pasa gusanito, por qué me miras así?
– Que qué pasa, que qué pasa, que va pasar, vos sos muy buenito con las lechuguitas, los rabanitos, las vaquitas, los conejitos, pero al pobre gusano que lo parta un rayo. Claro, el señor es bueno con todo el mundo menos con el gusano, total, el gusano es fiero, da asco que importa que no tenga nada para comer.
Lo miré.
– No entiendo
– Claro, el señor no entiende, te la hago simple, que voy a comer cuando te mueras, no tenés carne hermano, hueso no como, claro pero el señor es bueno con toda la naturaleza, menos con los pobres gusanos que además tienen que soportar las mismas quejas de todas esas locas de las bacterias, que se quejan que estoy flaco y que van a comer cuando me muera; y como no voy a estar flaco si el señor respeta a todos menos al pobre gusano. Claro, humano tenía que ser, ya han roto todas las fases de la vida, hasta nos encierran en cajones con cárceles de lata y ahí estamos en vez de estar cumpliendo el ciclo en la tierra, porque todos somos alimentos de alguien. Porque la vida se nutre de la vida misma, porque la muerte es el paso más importante de la vida, para que pueda seguir existiendo la vida Todos somos alimentos de alguien, pero claro el señor solo come minerales y así que vamos a comer nosotros, para colmo cuando se muera seguro que lo meten en un cajón de madera y lata, así que además de tener poca comida, presos.
Cerré los ojos pensando en lo que me decía, y los volvía a abrir para contestarle, pero ya no estaba, había una enfermera que mirándome con cara de pocos amigos me decía:
– Haber si ahora come algo.
Era una presa de pollo con ensalada de lechuga y tomate, ni el plato dejé.
Desde ese momento soy omnívoro y cada vez que como, doy gracias a los seres vivos que con su muerte alimentan mi vida, hasta mi muerte en la cual, quiero ser enterrado en la tierra, sin cajón ni ropa, para poder continuar con el ciclo de la vida.