Porque siempre es bueno dialogar, pero sin olvidar, uno vive revisando textos, fuentes teóricas, filosóficas, políticas, económicas. En mi caso lo hago en el contexto de la caracterización de la Revolución de la que participo. De esta Revolución Bolivariana y Chavista, en la que el ideario de lo que el Comandante Hugo Chávez nos enseñó a querer y abrevar desde la savia del “árbol de las tres raíces”, nos convoca a tener siempre presente a Simón Bolívar, al Simón maestro -Samuel Robinson- Rodríguez y al bodeguero líder de pueblo en avance hacia “tierra y hombres libres” Ezequiel Zamora.
Sin eclecticismos simplones… más bien en una línea de investigación movida por el origen de clase, proletario y campesino, de quien luego se haría soldado, cristiano y más tarde socialista, fundamentalmente con Carlos Marx, Antonio Gramsci y, más recientemente con Enrique Dussel e István Mészáros, especialmente. Y, por supuesto con el Sur como polo geográfico de orientación hacia el socialismo, el líder del “despertar del pueblo” al que canta el poeta Pablo Neruda, el Comandante Hugo Chávez, va proponiendo un cuerpo de pensamientos que interpretan la fuerza originaria del soberano.
Con Chávez tenemos la oportunidad de hacer realidad el sueño leyendo de sus manos, sin mezquindades con andragogía robinsoniana, La Carta de Jamaica o el Discurso de Angostura, donde el Libertador Simón Bolívar resucita porque “sólo los pueblos pueden hacer revoluciones”, tal como lo destaca el, para entonces, Presidente Hugo Chávez, en el discurso de instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, el 5 de agosto de 1999.
Es con el pueblo como protagonista como alcanzaremos la realización del sueño: “la Revolución no será tal jamás, sin ese impulso vital del pueblo conciente de su pasado y con una voluntad de su presente y dispuesto a todo por hacer realidad su sueño, su voluntad”, enfatiza Chávez.
Con los laboratorios de la derecha, violenta y terrorista, concebidos y manipulados por el imperialismo a través de sus aparatos en el Pentágono, la Casa Blanca y la CIA, lo único posible es regresar a la pesadilla, a las miserias y la muerte, que caracterizan al dominio y a la hegemonía del capitalismo, en contra del proletariado, del pueblo trabajador, campesino, pobre.
Quienes se suman hoy a los desesperos pequeñoburgueses de la desclasada “clase media”, que pretende endilgar, alienada y acríticamente la culpabilidad de los golpes de la economía, de la escasez y carestía de la vida, al gobierno que preside Nicolás Maduro, no están en el camino del sueño, sino de la pesadilla, para la Patria de Bolívar.
Para alcanzar el sueño, la independencia definitiva y la Patria socialista, el camino es históricamente Constituyente, es el camino que nos trazó el gran visionario Simón Bolívar, y que ahora invocamos como herramientas insustituibles. Chávez así lo palpó, lo predijo y los sigue repitiendo con inmortal voz de líder, de guía: “Hoy en Venezuela, y con gran claridad, el binomio de la historia se ha hecho presente. Tenemos pueblo y hay una revolución en marcha y es el pueblo el que guiará ese potro libre de la Revolución”. No hemos llegado, pero estamos en la vía.
Ilustración: Xulio Formoso