El primo Javier es opositor, pero en honor a la verdad es un muchacho de gran corazón que cree que es opositor porque la hábil manipulación mediática –incluyendo redes sociales- de la derecha, así se lo ha hecho creer. “¿Sabías que a Aristóbulo le han quitado un poco de vergas?”, me inquirió cuando sanamente debatíamos sobre las sanciones con la que los gringos ahorcan a Venezuela y para demostrarme lo que a su juicio es el nivel de corrupción de la dirigencia revolucionaria de nuestro país.
Le hice saber que del “poco de vergas” al que hizo referencia no tenía noticia alguna. Le indiqué asimismo que me extrañaba que tan descomunal expropiación (en Estados Unidos, obviamente) hacia supuestas propiedades de quien hoy es ministro del Poder Popular para la Educación, no hubiese sido publicada en las primeras páginas de los medios de la oposición, para rematarle –como he hecho otras veces- con mi incredulidad hacia los señalamientos sin sustento valedero que el imperio y sus aliados lanzan contra los principales cuadros de nuestro proceso político.
En eso estábamos cuando le indiqué que si “lo del poco de vergas” fuese cierto y violaba alguna norma en EEUU, lo más justo era que el gobierno de ese país sancionara a quien debía hacerlo, pero no a él ni a mí que apenas tenemos para pagar el pasaje en el Metro de Caracas; que por qué no sancionaba a los gobiernos colombianos que inundaban de cocaína a la sociedad estadounidense y –finalmente- que observara el cinismo del secretario de Estado de EEUU, Michael Pompeo, quien finalmente admitió que las ilegales sanciones efectivamente sí son un suplicio para chavistas y antichavistas por igual.
Para mi sorpresa –obvia agradable sorpresa-, el primo me dijo que ¡yo tenía razón! en esto último, porque “nos salpica a todos”.
Luego de conocer su inesperada impresión, me animé a dos cosas. En primer lugar relatar esta experiencia y, luego, hacer lo que inicialmente había pensado: saludar en nombre de todo el pueblo a la madre de Michael Pompeo, con afecto y cariño caribeño.
¡Chávez vive…la lucha sigue!