Siempre he creído que el apellido “de izquierda” no debería aplicar para los intelectuales: la derecha no tiene intelectuales sino sumisos reproductores de las ideas dominantes. Prefiero la categoría de orgánicos, intelectuales orgánicos, que utiliza Antonio Gramsci al abordar el tema de la hegemonía desde una perspectiva de clase. El intelectual orgánico del proletariado se debe a los intereses de clase de la protagonista histórica de la revolución para superar al capital y avanzar hacia la sociedad de las y los iguales.
Otro aspecto que creo necesario aclarar, antes de responder a la interrogante “¿Son permeables los intelectuales de izquierda?”, es algo sabido. Que la división entre “pensamiento” y “acción”, es decir, entre intelectuales y trabajadores manuales, es ficticia, interesada y suscrita al pensamiento burgués dominante. Sólo la cosmovisión que surge de la sociedad de explotación masiva de seres humanos carentes de medios de producción, tiene interés por privilegiar a un tipo de seres que “no producen” sino que “piensan”.
El individuo que no produce, que no modifica materia prima para convertirla en bienes de consumo, si no es dueño de medios de producción, desaparece. No alcanza el rango de mercancía o no tiene nada que intercambiar en el mercado capitalista. Por eso surge una categoría de individuos (en la sociedad capitalista) que propone el pensamiento como mercancía o que son conducidos a convertirse en una especie de élite que la misma sociedad desigual y de explotación prepara (la escuela y todos los aparatos educativos en el capitalismo están concebidos para generar factores para la hegemonía) para ser correas de transmisión que contribuyan a perpetuar la dominación presente en las relaciones de producción, en una esfera que Carlos Marx y los marxistas identificaron como superestructura.
Cuando la sociedad desigual e injusta, conocida como capitalista, exhibe a individuos que “piensan”, como modelos de “sabios”, de “inteligentes”, de “preparados”, está vendiendo un tipo de intelectual asociado con la dominación del capital. Pero el proletario, el explotado, el que de verdad verdad produce y piensa en un mismo acto humano de creatividad y vida, se da cuenta que le están imponiendo a un “intelectual” al igual que se les ha impuesto un patrón que lo explota, él mismo se erige como intelectual orgánico.
En la sociedad de clases, de las apariencias de lo real, en la sociedad ideologizada o de la falsa conciencia, que es la sociedad capitalista, al intelectual orgánico (Gramsci) se le califica como intelectual de izquierda: Una especie de intelectual en rebeldía contra el modelo impuesto de intelectual hegemónico.
El “intelectual de izquierda” ese producto humano nacido en el fragor de la lucha de clases, puede ser permeable a la hegemonía del capital en la medida que pierde su identidad proletaria. El intelectual que no se reconoce en su organicidad de clase, que lo trasciende como individuo, corre el riesgo del autoaislamiento y de la fragilidad para ceder ante el pensamiento dominante. No es una voluntad individual, es una ausencia de conciencia de clase.
¿Son permeables los intelectuales de izquierda? Sí. Pero sólo sí, en la medida que se desclasan, en la medida que se apartan de la cosmovisión revolucionaria del proletariado, en la medida que el pensamiento que expresan se aleja de la crítica y se sumerge en el criticismo vacuo por un afán de figuración individualista y ególatra.
¿Son permeables los intelectuales de izquierda? Sí, pueden serlo, es parte de la lucha de clases y es por ello que se debe estar siempre proletariamente vigilantes.
Ilustración: Xulio Formoso