El desarrollo del sentido del tacto se inicia tan temprano como la séptima semana de vida intrauterina. Ya en el vientre materno el feto puede experimentar presión y roce, así como cambios de posición y movimiento. A medida que se desarrolla, los estímulos táctiles maduran y es por eso, que no es sólo una manía que las madres masajeen su barriga en los últimos meses de embarazo. A través de las vibraciones del líquido amniótico el bebé siente las caricias de mamá. El tacto no sólo se emplea para establecer conexión física sino también emocional. El contacto físico afectivo, respetuoso entre padres e hijos trae múltiples beneficios en su desarrollo motor, cognitivo, social y emocional.
En el control pediátrico es frecuente motivo de consulta que los padres de bebés pequeños refieran trastornos del sueño, cólicos, estreñimiento, gases, irritabilidad y es importante que además de informarse sobre la naturalidad de la inmadurez de un bebé humano los primeros meses de vida, conozcan alternativas para manejar muchas situaciones normales y esperadas pero angustiantes para la familia. Una de ellas es el masaje infantil y la práctica del porteo. Con maniobras sencillas y sin mucho costo se pueden conseguir grandes beneficios ya que muy pocas veces las situaciones mencionadas tienen un trasfondo patológico u orgánico, así que estas herramientas son maravillosamente útiles.
El masaje infantil es una práctica muy antigua usada para estimular a los bebés y nutrirlos a través de la piel. Fue introducido a nuestra cultura occidental en la década de los 70, por la norteamericana Vimala McClure, quien fundó la Asociación Internacional de Masaje Infantil (AIMI), con su sede principal en Suecia, actualmente extendida por todo el mundo en más de 60 países, incluído Venezuela.
El masaje infantil se puede ofrecer desde muy temprana edad. “Es una manipulación agradable y respetuosa que facilita la intimidad, la comunicación, la empatía y la confianza entre padres e hijos”. Por medio del masaje los padres aprenden a comprender mejor el lenguaje corporal de sus hijos, tan útil en los primeros meses de vida cuando aún no existe lenguaje verbal. El masaje se realiza en todas las partes del cuerpo del bebé según técnicas y destrezas bien fundamentadas, resultado de la combinación de varias técnicas, (masaje sueco, indú, reflexología, yoga y técnicas de relajación) con la finalidad de promover el desarrollo sensorio-motriz y de los sistemas vitales de los bebés sanos o con necesidades especiales.
Entre sus beneficios destacan:
La estimulación del sistema circulatorio, digestivo, inmunológico y respiratorio. También ayuda al desarrollo del lenguaje, la capacidad de aprendizaje del bebé y la integración sensorial mejorando la comunicación entre distintas áreas del cerebro.
El alivio físico: facilita la eliminación de heces al promover la motilidad intestinal, por lo que se reducen algunos malestares como los cólicos, el estreñimiento, gases y reflujo. Disminuye los estados de llanto del bebé.
La relajación: ayuda a liberar la tensión física y emocional al disminuir la producción de las hormonas relacionadas con el estrés y mejorar la calidad del sueño. Además, la madre y el bebé pueden llegar a establecer una mejor armonía en sus ciclos de sueño lo que será muy beneficioso para el descanso de ambos.
Favorece la interacción madre-padre-bebé y fortalece los vínculos afectivos. El contacto físico es necesario para la supervivencia, para desarrollar conductas sociales, amigables y para manejar adecuadamente el contacto con otros seres.
Estos vínculos de confianza y amor acompañarán al infante durante todas las etapas de su vida, permitiéndole desarrollar valores positivos y relaciones armoniosas con los demás y se recomienda seguir aplicándolo cuando el niño crece ya que se convertirá en una forma de comunicación eficiente entre los padres y sus hijos.