Cuando se producen traumatismos es importante que los padres y cuidadores de los niños sepan qué hacer y decidir si es un caso que requiere atención médica o si puede resolverse en casa. Los traumas pueden ser abiertos: en caso de una herida, o cerrados en caso de un golpe o caída.
Uno de los elementos más importantes es identificar claramente el mecanismo del trauma, la altura de la caída, el objeto con se golpeó o hirió el niño, el lugar del cuerpo donde recibió el impacto, la intensidad del mismo (fuerza, velocidad) ya que esos datos son esenciales a la hora de avaluar la gravedad del traumatismo.
Toda herida sangrante amplia, penetrante (en tórax o abdomen) y que no ceda con compresión local debe ser evaluada, o si está localizada en rostro, mucosas, palmas o plantas. Si es un “raspón” o herida superficial, es importante limpiarla retirando cualquier cuerpo extraño (tierra, arena, vidrios) y aplicar algún antiséptico como agua oxigenada o simplemente lavar con abundante agua y jabón. No se debe colocar nada en la herida (¡prohibida la borra de café!) excepto algún medicamento, por ejemplo, antibióticos tópicos indicados por el médico. Cubrirlas, si es necesario, con un material limpio: gasa, curita, venda. Mantenerla aseada y vigilar cualquier signo de infección como enrojecimiento o secreción.
En caso de alguna caída de altura siempre es bueno evaluación médica.
Un golpe localizado alivia rápidamente aplicando frío local, no hielo directo porque podemos lesionar la piel. También se puede dar algún anti-inflamatorio, previamente autorizado por el médico. Los golpes en cuello, abdomen, ojos y oídos requieren chequeo médico por lo delicado de las estructuras y órganos implicados.
En caso de evidenciar deformidad en el área afectada, o si el niño refiere imposibilidad para movilizar un miembro o parte del cuerpo, se debe acudir a evaluación de emergencia ya que puede tratarse de una fractura, esguince (torcedura) o hematoma importante.
Los traumatismos en cabeza requieren especial atención. Lo ideal es que los niños lactantes (menores de 2 años) sean siempre revisados por un especialista. Hay signos de alarma que pueden orientar a los padres sobre la severidad del trauma para buscar de inmediato atención médica y que se deben vigilar durante las primeras horas posteriores al golpe o accidente:
- Si el niño pierde le consciencia, aunque sea por pocos segundos.
- Si no recuerda lo que le sucedió.
- Si llora demasiado o refiere mucho dolor.
- Si presenta lesiones en cara.
- Si hay sangrado nasal o por oídos.
- Si se encuentra somnoliento y/o decaído.
- Si presenta vómitos o dolor de cabeza intenso.
- Si presenta alteraciones de conducta como agresividad, desorientación, irritabilidad.
- Si manifiesta trastornos visuales o auditivos (ve doble, escucha pitos).
- Si el niño padece de alguna enfermedad de base, especialmente neurológica o es portador de algún dispositivo intracraneal.
La naturaleza curiosa de los niños y el desconocimiento del peligro, hacen muy frecuentes los accidentes en la infancia, afortunadamente la mayoría son leves y lo más importante es prevenirlos. Los niños deben estar constantemente supervisados, evitar áreas de juegos que representen peligro, no perderlos de vista y tener a mano la posibilidad de ayuda en caso de requerirla. Es útil un botiquín de primeros auxilios en casa, escuela o al salir de viaje para solventar cualquier situación que pueda presentarse.