En el período postnatal es común que el torbellino de emociones que embargan a la madre y al padre los agobie por la presencia del nuevo miembro de la familia. Culturalmente se ha considerado a la madre como epicentro del hogar en lo que respecta al cuidado de los hijos, sin embargo últimamente y para fortuna de las familias modernas, el padre juega un rol protagónico fundamental en la crianza, inclusive se ha incorporado de manera activa en funciones como baño, sueño y alimentación del bebé.
En el tema de la lactancia materna, el hombre suele sentirse desplazado, pues al no poder dar directamente alimento a su hijo, puede sentirse poco útil en esta etapa. Sin embargo, los primeros meses de vida son el período cuando más apoyo requiere la madre, especialmente de su pareja, para cumplir con mayor ánimo sus nuevas funciones. Papá es capaz y necesario a la hora de cambiar pañales, asear al bebé, mecerlo, calmarlo, arrullarlo, acariciarlo, vestirlo… así como de colaborar en el hogar con la limpieza, el orden y la comida, mientras la madre se encarga de la entrega que supone la lactancia materna exclusiva. El vínculo de pareja y de padre-hijo se fortalece cuando el papá se incorpora a esas funciones. Además la sensación de compromiso con el hogar no sólo se enfoca a la necesidad de sustento económico, sino a participación presencial y afectiva del hombre.
Se sabe que dentro del equilibrio hormonal que se desencadena en el puerperio y la lactancia, una hormona llamada oxitocina juega un rol primordial, es la llamada “hormona del amor” pues se encarga de iniciar las sensaciones de “enamoramiento” que siente la madre por su bebé y que le permiten dedicarse a él completamente. Igualmente permite le contracción del músculo uterino que debe volver a su tamaño previo al embarazo y de los pequeños músculos de la glándula mamaria que permiten la eyección de la leche cuando el bebé está cerca o succiona. Esa hormona fluye con mayor facilidad si el entorno de la madre es armónico y placentero; por eso una palabra de aliento, una caricia amorosa, un masaje o simple compañía del padre disparan su secreción e impulsan un proceso de lactancia exitoso y feliz. Así, con apoyo y amor es como papá también da la teta…