Los primeros 6 meses de vida lo único que necesita el bebé para cubrir todos sus requerimientos nutricionales es la leche materna. A partir de esta edad, es necesario iniciar la alimentación complementaria para ofrecerle los nutrientes extra en el momento común en el que el desarrollo global del bebé: psicomotor, metabólico, intestinal, secretor, inmunológico lo necesita. En esta etapa del desarrollo coinciden cambios como la aparición de los dientes, la posibilidad de mantenerse sentado y mejora la motricidad fina para agarrar objetos y pasarlos de una mano a otra o llevarlos a la boca.
A esta edad el organismo está apto para aceptar alimentos diferentes a la leche humana. Es la edad sugerida para empezar, pero no quiere decir que todos los bebés sean iguales y acepten de inmediato ese cambio. De hecho un buen porcentaje de niños comienzan realmente a comer sólidos después de los 8 meses de edad o inclusive después del año; pero lo correcto es probar, estimular y ofrecer variedad desde los 6 meses.
Lo ideal es iniciar con alimentos fáciles de manipular y digerir, que el mismo bebé pueda agarrar con sus manos. La alimentación autorregulada a través de esta técnica le permite al niño explorar la comida: sus texturas, sabores, consistencia, olores y a comer lo que realmente desea y necesita. Es una forma de estimular su interés por la comida y de permitirle seleccionar la cantidad que su organismo requiere.
Para iniciar la alimentación con sólidos son ideales las frutas como el cambur, la lechosa, el aguacate, el tomate, verduras cocidas como la auyama, el brócoli, la papa… que pueden ofrecerse en trozos y no necesariamente licuados como se acostumbraba antes. Si el niño se habitúa a recibir todo lo que come en presentación líquida, le costará mucho más tolerar los sólidos y los diferentes sabores de los alimentos por separado a futuro.
En la alimentación complementaria se respetan los ritmos y gustos del bebé y eso garantiza que la aceptación de nuevos alimentos y sabores sea mucho mejor.