La aparición del lenguaje oral empieza con los balbuceos y silabeos aproximadamente a los 4-6 meses de edad. Inicialmente el lenguaje corporal es un fuerte ingrediente en la expresión diaria del bebé. Al no tener el habla desarrollada, los bebés manifiestan todas sus emociones y sensaciones con el llanto y la movilización de sus extremidades que pueden demostrar inquietud o tranquilidad. La madre y sus cuidadores más cercanos aprenden a identificar los diferentes modos de llorar. Poco a poco, la expresión oral se va instaurando y tiene como base la imitación, al escuchar a otros adultos y niños conversar. Al ver el movimiento de los labios y la producción de sonidos, así como los resultados que se obtienen con cada uno, la entonación y la relación palabra-objeto o acción, el niño va comprendiendo y desarrollando el lenguaje verbal. Por ello, el principal estímulo es la observación de la comunicación en el hogar.
El bebé comienza a jugar con los sonidos que aprende a emitir, descubre su boca, su lengua, grita, muerde, juega con su saliva. Aproximadamente a los 12- 18 meses el bebé logra identificar y relacionar claramente a las personas, objetos y acciones con palabras y perfecciona este hallazgo hasta los 4 años cuando el lenguaje está bien establecido. Alrededor de los 2 años los padres notarán una «explosión» del lenguaje con aparición de palabras que van de 50 a más de 300 en algunos niños de acuerdo a sus características individuales. Se inicia en esta edad el uso de frases (une 2 palabras) como: «mamá duerme», «papá ven», «eso no», «carro rueda» «está aquí» hasta que a los 2 años y medio-3 años ya logran una expresión completa de oraciones y progresivamente perfeccionan el uso de artículos y adjetivos.
La mejor forma de estimular el lenguaje es hablando con el bebé en cada oportunidad que se tenga, explicando con palabras sencillas todo lo que ocurre a su alrededor, situaciones cotidianas y nombres de personas cercanas y objetos familiares. En lo posible deben evitarse los diminutivos constantes y el «lenguaje bebé» que deforma las palabras por extrema dulzura; no hace falta pronunciar diferente para hablar con amor.
Cuando el bebé comience a repetir sonidos es importante estimularlo siguiendo su dinámica y repetir nosotros también en la forma correcta lo que él quiere decir. Nada es más emocionante para el niño en esta etapa que lograr ser entendido por los seres que lo aman. Si el niño expresa «acua» y sabemos que desea tomar agua, se refuerza este progreso diciendo: «¿quieres agua?», «ya te doy agua», «el agua está fría», «¿te gustó el agua?», «tenías sed», y sin darnos cuenta creamos fácilmente toda una conversación en torno a la nueva palabra que logró el bebé y que ayudará a que la asimile.
Las canciones, cuentos y relatos son una manera divertida y sencilla de estimular el lenguaje. A los 18 meses a 2 años de vida los niños se motivan mucho por los libros de cuentos ilustrados logrando en su mayoría seguir la historia con los dibujos y fotos del relato. Igualmente por estar comenzando el pensamiento imaginativo en esta etapa se enriquece mucho su fantasía.
Si sospecha que su hijo no tiene un buen progreso del lenguaje o tiene inquietud respecto a este aspecto, analice primero las siguientes señales de alarma, ya que cada niño tiene su propio ritmo y el desarrollo del lenguaje tiene un período bastante amplio y no se refiere sólo a HABLAR, el lenguaje es comprensión y expresión a través de acciones, gestos, juegos, humor.
OJO si:
- Si su bebé de 12 meses no usa gestos como saludar o despedirse con la mano, o mover la cabeza para decir NO.
- Si alrededor de los 15 meses no logra decir entre 1 y 3 palabras comprensibles.
- Si a los 18 meses no reconoce partes sencillas del cuerpo.
- Si a los 21 meses no sigue órdenes sencillas como «recoge el juguete» o «ven aquí».
- Si a los 2 años no imita palabras o sonidos escuchados.
- Si alrededor de los 2 años y medio no logra formar frases sencillas ni realiza juego simbólico (imaginativo como cocinar, muñecas, carritos, ir al trabajo, al colegio, imitar personajes…)
- Si a los 3 años no logra comprenderlo nadie de la familia o si a los 4 años no lo comprende nadie desconocido.
- Si el niño tartamudea.
- Esté atento si su hijo no muestra interés en hablar o interactuar con otros niños NUNCA o si sospecha que existe algún problema con su audición: si su niño no responde a su nombre, no baila, no sigue canciones.
- Si el niño presenta problemas de deglución, se le dificulta masticar, tragar o se ahoga con frecuencia al comer.
Un 15% de los niños presenta «desarrollo lento del habla», pero esto no implica ningún trastorno cognitivo ni traerá consecuencias en otros aspectos de su evolución; pero ante cualquier duda la mejor forma de prevenir es la intervención temprana con un diagnóstico precoz y oportuno que permita tratar cualquier condición y estimular el progreso de esta área.
Hable con su hijo, haga de su bebé una grata compañía, cante, converse, lea con él y verá que ese atento oyente pronto se convertirá en un gran conversador.