Este es uno de los momentos más esperado por muchos padres especialmente en nuestra realidad, no sólo por el tema de los costos y la disponibilidad, sino porque representa un gran acontecimiento que marca la diferencia social entre el bebé y el niño.
El control de esfínteres es un proceso madurativo, como caminar y hablar. Por lo tanto en realidad los padres y maestros NO “enseñamos” a dejar el pañal, simplemente conducimos el proceso natural para que el niño aprenda a hacer sus necesidades como civilizadamente estamos acostumbrados, con medidas de higiene y privacidad. A los 30 meses de edad sólo el 50% de los niños controlan esfínteres. A los 3 años lo hace el 75% y a los 3 años y medio los controlan el 90 a 95%, pero cada niño es diferente y tiene su propio ritmo para superar esta etapa, que puede extenderse hasta los 5 años. Por eso es absurdo escuchar en muchos lugares de cuidado infantil que sea una exigencia el control de esfínteres para aceptar al niño.
Dejar el pañal, denota un gran logro y el inicio de una cadena de actos que sellarán sus primeros hitos de independencia. Esta etapa coincide con muchos otros progresos que se consolidan como: comer solo, dormirse solito, lavarse las manos, cepillarse sus dientes, desvestirse y ayudar a vestirse, lograr bañarse con mínima ayuda, treparse y subir por escaleras, muros, toboganes, hablar con más claridad y expresar sus sentimientos y deseos con mayor soltura. Lo más importante para no frustrarse, es no forzar el evento y esperar el momento en el que el niño está LISTO. Este momento puede identificarse con ciertas señales, como por ejemplo si ya el niño manifiesta, hablando o con alguna expresión, que hizo sus necesidades y logra permanecer varias horas con el pañal seco. Cuando el niño logra y desea realizar algunas tareas solito, demuestra que se siente independiente y capaz. Es importante estimularlo en el cuidado e higiene diaria y a familiarizarse con el uso del sanitario, explicarle para qué sirve y por qué se usa y dejarlo observar, los niños aprenden por imitación.
Es útil comenzar con vasitos para bebés o adaptadores de poceta para niños que le hagan sentirse más cómodos y seguros.
Inicialmente ocurrirán muchos «accidentes», pero al ser un proceso de adaptación no suele ser rápido e incluso puede haber regresiones en ciertos aspectos que ya parecían superados. Es bueno iniciar el entrenamiento poniendo al niño o niña en el vasito cada cierto tiempo y luego irlo distanciando.
Cada vez que el niño pueda hacer en su vasito o poceta llénelo de elogios por su progreso. El cariño es el mejor reforzador de sus logros.
Cuando ya el proceso vaya en marcha, y hallan progresos constantes, es aconsejable dejar al niño el mayor tiempo posible sin pañal, esto le recordará que hay cambios y lo hará sentirse motivado.
Si su hijo está en guardería o escuela informe a las maestras y/o cuidadoras si está iniciando el control de esfínteres para que haya apoyo mutuo y el entrenamiento de refuerzo sea tanto en casa como en los lugares que el niño frecuenta. Igualmente informe a los familiares que lo cuidan y puede tener vasitos auxiliares en casa de los abuelos o tíos.
NUNCA regañe a su hijo por «hacerse» encima, esto sólo le creará dudas e inseguridad, ningún niño sano deja de superar esta etapa, todo a su tiempo con paciencia y comprensión.