Con la mano en el corazón y en el alma digo que hay que bajarle dos a la guachafita con la salidera de casa, y con el tapabocas en el cuello cual bufanda “que me luce de pinga”. En otra ventana del monitor, al lado del documento que ustedes leen ahora, visualizo la ventana https://covid19.patria.org.ve/. Justo en este instante, esa fuente indica que ya dejamos atrás los cinco millones de contaminados y los 325 mil decesos. Señores y señoras: la cosa no es cuento de caminos.
Sí ha habido una dosis de relajo en muchas y muchos compatriotas en materia de distanciamiento físico, como instrumento para estar a salvo de la pandemia. Lo he notado los últimos dos sábados, vía al mercado. Quisiera suponer que será diferente la venidera jornada.
Me pregunto: ¿qué ha ocurrido? y de una me dirijo a la siguiente interrogante: ¿es que acaso tenemos que esperar que las muertes entre nosotras y nosotros se disparen, para después decir “¡ay! La vaina es verdad?”.
Es momento de que apelemos al sentido de la responsabilidad mostrado desde el 15 de marzo, día en que Nicolás Maduro ordenó la cuarentena. Los resultados fueron inmediatos: mientras en países hermanos los índices negativos saltaban como cotufas en el aceite, los nuestros hacían posible que la curva fuese aplanada. Así debemos mantenernos y ¿saben qué? ahora más que nunca.
No exagero al suponer que “nos están cazando”. ¿Cómo que quienes? La respuesta es sencilla: el combo que apuesta a nuestra destrucción como nación y que para alcanzar tal fin no vacila en tocar la puerta de la mismísima muerte, como lo demostró el reciente 3 de mayo cuando intentó invadir por el estado La Guaira.
¡No le demos el gusto! Que no sean nuestros cadáveres los motivos que usen luego para amagar con otro baño de sangre al mejor estilo de la política mal ejercida.
Retomemos, entonces, la ponderación de los primeros días. Sobre todo, ahora, cuando hasta toque de queda hay en municipios de Apure, Zulia y Bolívar producto de la llegada de compatriotas que regresaron luego de estrellarse con el infierno padecido en países a los que fueron enviados por la propaganda nazi contra Venezuela.
Para quienes se comen las uñas preguntando hasta cuándo será esto, respondo: no sé. El tiempo que sea necesario, con tal de quedar sanas y sanos. Como dijo, por estos días, el expresidente Lula: la economía, resucita. La vida, no. Entonces, cuestiono para culminar: ¿Cuál es el apuro?
¡Chávez vive…la lucha sigue!