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Papá ¿estás bravo conmigo?

Hace poco mi profesor de paternidad, mi hijo Miguel, me dio otra gran lección. Entre los problemas económicos que nos afectan a todos, los rollos laborales y el estrés cotidiano, me había convertido sin advertirlo en un tipo huraño y malencarado, que todo el tiempo se quejaba. “Miguel, no corras”, “Miguel, deja eso”, “Miguel, no pises los charcos”; y la lista de reprimendas se hacía inagotable mientras el mal humor me brotaba por los poros a toda hora del día.

“Papá, ¿ya yo no te hago feliz?” – me lanzó un día. La frase aún perturba algunas fibras de mi ser tan solo al recordarla. No pude advertir en qué momento me convertí en eso que el chamo estaba viendo en mí. Esa especie de ogro regañón, no estaba en el libreto de esta historia con mi hijo, pero poco a poco fue tomando espacio. Preocupado por su forma de verme, por mí mismo y sobre todo por él, me puse a investigar sobre mi actitud y lo que ella podría causar en la vida de mi hijo. El resultado no fue nada alentador.

Resulta que según un estudio de la Universidad Estatal de Michigan, en EEUU, el mal humor de los padres tiene consecuencias mucho más negativas en sus hijos que el de la madre. La investigación se hizo entre 730 familias y arrojó como resultado que estos efectos negativos se reflejan en el desarrollo cognitivo de los chamos y sus capacidades de socialización. Lo más grave que se desprende de este estudio, es que esa condición tiene implicaciones a largo plazo. ¡Mi preocupación a millón!

Esto no quiere decir que el mal humor de la madre no afecte a los pequeños, pero la idealización que los niños se hacen sobre la figura paterna, hace que afecte más su desarrollo y relacionamiento. ¡Tamaña responsabilidad! Para quienes como yo, nos dimos cuenta de esta metida de pata, hay unos consejos bien útiles para evitar nuestras explosiones de mal humor:

  • Controla tus estados de ánimo cuando te relaciones con tus hijos. Es como en el trabajo cuando dejamos los problemas de casa, en casa, y viceversa.
  • Identifica las emociones negativas que pueden afectar la relación con tus hijos
  • Las técnicas de autocontrol siempre son bienvenidas. Contar hasta diez (o veinte), contar ovejas, loros o guacamayas… pero no la pagues con el chamo.
  • Inventa juegos con ellos, crea espacios de complicidad que sólo compartan contigo. Esa confianza es la mejor protección contra los ratos amargos.
  • Libera tensiones con tu pareja, amigos o familiares. Habla de lo que te preocupa con otros adultos, de manera que no cargues a los niños con asuntos de grandes.

Papá también requiere descanso

La redistribución de las responsabilidades en buena parte de los hogares hoy en día, hace que papá también se llene de cansancio. Además del trabajo fuera de casa y las responsabilidades económicas, muchos padres de hoy también vamos de compras para la casa, cocinamos, lavamos los platos, la ropa y llevamos a los niños al colegio entre otras múltiples funciones. Los necesarios descansos para las madres, que practicamos en muchos hogares, también se hacen necesarios para los padres.

El pensar que los hombres somos de hierro, que no nos quebramos emocionalmente, que no nos sobrecargamos de responsabilidades y nos colocamos al borde de estallar, multiplica el riesgo de que se perpetúen los pensamientos machistas en la familia y contribuye a que la reproducción de padres estresados e hijos con problemas de desarrollo, continúen de paseo por nuestro árbol genealógico.

Es bueno que papá tenga espacio también para sí mismo, sus preferencias y sus amistades. Y no lo digo solamente para usar esta vía en busca de una licencia familiar para tal fin – cosa necesaria – , sino porque la suma de sanas individualidades construye familias sanas.

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