¿Tenemos que agradecer el hecho de que que una marca haga parte de sus campañas publicitarias a la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT)? La percepción que pudiéramos tener sufriría un cambio si dejamos a un lado las emociones y tenemos claro que el objetivo es vender un producto, eso es lo único que importa. Entonces encontraremos una respuesta: sí, nos usan como marketing.
Personalmente, creo que nos hemos vuelto una sociedad sumamente sensible a medida de que tuvimos conciencia de nuestros derechos y que, por lo tanto, merecen ser respetados; caímos en una «paranoia» que nos hace pensar que hasta lo más mínimo agrede nuestro espacio, seguridad e integridad. Pero ¿qué tiene que ver esto?
No es un secreto que la sexodiversidad mantiene una ardua lucha que en los últimos años ha adquirido un rostro conformado por miles de personas que exigen igualdad de derechos y que refleja la necesidad de que las personas LGBT sean escuchadas con urgencia, sobre todo por los altos índices de agresión y asesinatos relacionados con casos de homofobia y transfobia.
Esta lucha se convierte en un blanco fácil para ese monstruo que utiliza las herramientas que sean para llegar a las grandes masas. El marketing se ha valido de las carencias de la comunidad sexodiversa. Claro que esta una conclusión es sumamente personal, puesto que no sabemos con determinación qué hay exactamente detrás de ese aparente apoyo a través de las estrategias de ventas que cada empresa presenta individualmente.
Ha sido también un espacio necesario, y resulta hasta contradictorio, porque las herramientas de mercadeo son sumamente grandes y, más allá de eso, son otros espacios que tenemos para, en este caso, educar a las personas en torno a las reivindicaciones de las personas LGBT. Pero ¿hasta qué punto son sinceras estas manifestaciones?
Pensemos en un comercial en el que una modelo promociona un rímel que deja las pestañas hermosamente levantadas, según lo que se ve, pero antes de la grabación, un equipo de maquillaje se encargó de ponerle algunas pestañas postizas, no tan evidentes, para que el producto genere más sensación. Nosotros, tontamente, creemos.
El marketing de la homosexualidad ha retomado importancia ante la discriminación y se ha encargado de hacer la lucha de la comunidad LGBT también en su lucha, pero no porque sea así realmente lo desee, sino porque sabe que mostrando comprensión o respaldo puede calar rápidamente dentro de ese grupo y, claramente, así le conviene.
Estoy seguro de que ustedes también han notado cómo muchas marcas y cantantes ahora incluyen historias homosexuales en sus comerciales, videos musicales o en algún momento hacen algún pronunciamiento, pero el contraste surge cuando todos desaparecen al momento de dar un apoyo sustancial a la causa LGBT. ¿Inclusión o se aprovechan de ello?
Juegan con las emociones y la sensibilidad de los homosexuales que únicamente esperan ser respetados por una sociedad que insiste en imponer una única visión de vida, un régimen excluyente en donde es inaceptable todo lo que ellos consideran que no adapta a sus propios cánones o estándares.
Claramente son respuestas un poco complejas, pero el hecho de que el marketing, algo sin escrúpulos y sin compasión alguna, conozca la principal debilidad de la comunidad LGBT ya lo pone en tela de juicio. No estarían aportando un mensaje positivo más allá que el de generar una ola de comentarios solo para promocionarse en este público determinado. Esto lo argumento con las observaciones que he realizado a lo largo de varios meses
En días pasados encontré un nuevo comercial de una marca de cervezas de México. Allí solo aparece un hombre frente a un espejo, que se mira, se pinta los labios y se pone una peluca. «Si sientes miedo, no te paralices, es la señal de que estás pensando en grande. Síguelo. Desfronterízate».
Lo que significaría, según mi apreciación, es que para la comunidad LGBT lo importante es lucir como mujer, transformarse, no hay nada más relevante que mostrar sobre esas personas que son agredidas y hasta asesinadas; ningún mensaje que aporte algo más allá de la imagen genérica que ya existe de la sexodiversidad. Eso es lo que vende.
¿Qué más tienen las empresas a su favor? Lo volátiles que son las redes sociales. La gente empieza a compartir el audiovisual que seguramente fue publicado en Youtube, Twitter, Instagram o Facebook; hablan, les escriben agradeciéndoles a la marca sus perfiles por equis mensaje de igualdad e inclusión, los siguen y hasta puede hacerse viral el contenido.
Las empresas, de manera perversa también recurren a grandes figuras LGBT, pero en realidad los eligen porque pueden tener mayor influencia, impacto y repercusión en el publico que las siguen. En realidad, y ahora que lo pienso, no sé si también he sido víctima de esa «paranoia» y esa sensibilidad probablemente innecesaria que no ha hecho más que victimizarnos ante un grupo poderoso que no tiene ningún tipo de intención de alzar una bandera y gritar en un mundo en donde muchos insisten en hacerse los sordos.
Twitter: @Luisdejesus_