Distrito Salvaje es una serie colombiana que relata una ficción con vestigios de realidad
Mientras más experiencia cinematográfica adquieres es mucho más difícil que puedas impresionarte por las historias que presencias en la pantalla grande o chica. No en vano se dice que todo ya ha sido contado. Desde Homero hasta nuestros días los temas están agotados.
Como en la vida, en el cine, los hechos se repiten una y otra vez. Con distintos personajes y en circunstancias un tanto diferentes, pero en el fondo los mismos.
Cuando has visto mucho, agradeces la sorpresa y el juego emocional que generan las buenas ficciones televisivas y cinematográficas. Agradeces la adrenalina, la incertidumbre y el deseo de saber siempre más que te inoculan las obras bien hechas.
Esas que conectan con las emociones gracias a la profundidad de sus personajes, desde lo verosímiles que resultan. Tal y como sucede con Distrito Salvaje, la serie de Netflix protagonizada por Juan Pablo Raba.
Distrito Salvaje tiene muchos elementos a su favor. Para empezar cuenta con la dirección de Javier Fuentes León (Contracorriente, El Elefante desaparecido) un realizador peruano que tiene una sensibilidad especial para contar historias que dan giros inesperados.
Fuentes León sabe trabajar con el elemento sorpresa sin hacer uso de salidas fáciles. Los motivos y formas de su cine son complejos, desmenuza el argumento y te lo presenta en pequeñas dosis que te hacen querer siempre más. Asimismo, su mirada es siempre humana, cuenta las historias desde las emociones, mostrando los sentimientos de sus personajes.
Todos estos elementos de su cinematografía están presentes en Distrito Salvaje, una serie que aunque no relata un tema novedoso, vuelve a una historia conocida a través de un formato fresco.
El elenco que encabeza Juan Pablo Raba es sobresaliente. Las actuaciones no son buenas, son brillantes. Comenzando por el protagonista. Raba sufre una transformación absoluta. Su personaje camina, mira, se mueve, habla e incluso calla, con una pesadez y un desasosiego que hace muy creíble su historia. El actor colombiano realiza una caracterización que traspasa la pantalla.Conectas emocionalmente con su personaje, genera empatía.
Cristina Umaña hace lo propio en el suyo. Su fiscal es delirante y correcta, tan desacertada e impulsiva que resulta en exceso humana.
En cada capítulo de Distrito Salvaje, se presentan los dilemas morales y éticos por los que tienen que pasar los personajes. Constantemente todos tienen que elegir en qué bando están. Los límites entre el bien y el mal se cruzan. No existen. Como en la vida real, el destino se construye de elecciones, a veces, contradictorias.
Y esto es uno de los grandes valores de su argumento, recrea una ficción basada en una realidad compleja, pero no lo hace de un modo superficial. Por el contrario, trata de exponer que no todo lo que brilla es oro y que el blanco puro no existe.
Finalmente, espero que Distrito Salvaje tenga una segunda temporada, creo que este puede ser el comienzo de una saga emocionante y reflexiva.
La recomiendo con el corazón.
Distrito Salvaje está disponible en Netflix.
@luisauguetol