Definitivamente, por mucha corrección optométrica que requiera una persona, los espejuelos no están hechos para delimitar el punto hasta donde debe llegar su mirada.
Por eso, cuando se quiere cuestionar o ironizar acerca de una opinión emitida en torno a una determinada realidad, se suele invitar al opinador para que mire más allá de sus anteojos.
La realidad es compleja, dialécticamente multideterminada y hasta polícroma. Hasta en ritmo de salsa hemos escuchado cantar que «todo es según el color del cristal con que se mire». Las cosas, los conceptos que nos llevan a apropiarnos de ellas en el pensamiento y el conjunto de otras con las que se relacionan, no son blancas o negras.
Esa nueva realidad monetaria conceptuada dentro de la definición de criptomoneda y llamada en Venezuela «Petro», tampoco es blanca o negra y si tiene algún aspecto revolucionario es al interior y servicio del capital financiero y en la esfera de la circulación del gran capital. Sin embargo, entre los desafíos de la Revolución Bolivariana, esta criptomoneda y sus aplicaciones específicas para nuestro país, van a impactar por su uso como «arma mellada» para combatir y derrotar al capitalismo.
Por eso quiero proponer en este artículo de opinión, que miremos a nuestro Petro mucho más allá del cristal de los lentes que llevamos puestos.
El Petro, como criptomoneda, es una más de las opciones electrónicas, intangibles, matemáticas, que el mundo del capital financiero ha construido para salvar la economía, basada en la explotación del trabajo por parte del capital. En esta línea, no hay criptomoneda revolucionaria en el sentido de la confrontación de clases: proletarios contra burgueses, que pudiese dar lugar a una sociedad de relaciones entre iguales y que pudiésemos convenir en llamar socialista o comunista.
Sin embargo, más allá de esa apreciación en blanco y negro del párrafo precedente, el Petro si pude tener y tiene una connotación revolucionaria que va más allá del cambio querido por el capitalismo para que nada cambie.
Yo invito a mis lectores a tener fe. No fe religiosa, fiduciaria, incondicional y alienada, sino fe en las estrategias de un proceso revolucionario al que su líder fundador llamó Bolivariano y que es el mismo que en la actualidad, bajo la conducción de la figura política del presidente Nicolás Maduro, ha colocado al Petro como contrincante llamado a derrotar al dólar como enemigo acérrimo que es, del pueblo venezolano y de su papel invasor de nuestra economía y nuestra conciencia.
Les invito a mirar al Petro, más allá del cristal de nuestros anteojos.
Ilustración: Xulio Formoso