Un helicóptero gringo en Riohacha se apoderó, durante cierto tiempo la semana anterior, de la atención de usuarios de las redes digitales que captaron y difundieron la presencia militar estadounidense en tierras colombianas. El aparato, junto al buque hospital Comfort (también de bandera yanqui), simulaba prestar -bajo autorización de Iván Duque-, atención médica a migrantes venezolanos.
Ambos equipos (marino y aéreo), procedían de Antioquia donde estuvieron también con la venia del presidente neogranadino, quien de esta forma reiteró a su amo del norte la continuidad de la política entreguista que caracteriza a la rancia oligarquía la nación vecina.
No deja de doler la vaina, aunque bien sabía uno que Duque no sería la excepción a tan despreciable y canallesca actitud antipatriótica. Lo extraño y sobrenatural hubiese sido es que una vez en el Palacio de Nariño, hubiese dado rienda suelta al desarrollo de una política nacionalista.
A la porra mandó aquel maldito capítulo en el que soldados bajo el mando de Barack Obama y consentidos por Álvaro Uribe, violaron al menos a 53 menores de edad quienes luego aparecieron en material pornográfico etiquetado para ser comercializado, según la denuncia efectuada en su ocasión por la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, de acuerdo a la reseña del diario El Espectador en su edición del 5 de mayo de 2015.
Según el informe, en las ciudades de Melgar y Girardot los tenebrosos hechos tuvieron lugar “durante la ejecución del Plan Colombia, entre 2003 y 2007”, reseñando además que existe “abundante información sobre la violencia sexual, en total impunidad” cometida por los invasores permisados, quienes nada envidian a sus pares cafetaleros uniformados, también fans de asquerosas “violaciones y agresiones sexuales” según el documento oficial.
Qué pena para las colombianas más humildes, estar bajo la sumisión política de un mandatario indiferente a su sufrimiento. No dejamos de soñar con el día de la liberación de ese pueblo hermano.
¡Chávez vive…la lucha sigue!