Así, con “be” labial y no “ve” labidental. Botar al Estado venezolano, su legitimidad y soberanía es el interés del gobierno estadounidense. Por eso se apoyan en el llamado a elecciones para el día 20 de mayo de 2018, cuando el pueblo venezolano reelegirá como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela a Nicolás Maduro Moros. Pretenden los gringos ejercer su injerencia en nuestro país y autoproclamarse “electores” donde no se les ha llamado ni se les llamará.
Los hechos que en 1989 generaron desde Venezuela un resquebrajamiento radical de la estructura capitalista, siguen hoy teniendo sus consecuencias. De allí que el imperialismo no le perdone a nuestro pueblo el haberse convertido en un importante protagonista de la Revolución que, en este siglo XXI, dará al traste definitivamente con el dominio y hegemonía del capital.
Los responsables de haber convertido a los seres humanos en cosas, en mercancías, hasta hacerlos sumergirse en la explotación y en la alienación que caracteriza la dominación capitalista, no logran reponerse de aquel revés que –al poco tiempo y con el liderazgo del Comandante Hugo Chávez- ha actualizado los caminos por los que la clase de los proletarios transita hacia su liberación definitiva y la construcción del socialismo.
La burguesía no acepta el despertar de la vanguardia antiimperialista que les ha puesto a temblar los cimientos nuevamente. Por eso el empeño por detener al proceso Revolucionario Bolivariano y Chavista, además del viejo desespero por robar descaradamente nuestras riquezas, nuestro petróleo, nuestros diversos minerales, nuestros bosques (pulmón de la humanidad) y nuestra agua.
Es así como el señor Trump, gobernante estadounidense, erigido en vocero de sus amos capitalistas, vocifera, amenaza y ordena medidas de política económica, asfixiantes contra Venezuela y despliega sus cañoneras en todos los vecindarios (sórdidos, entreguistas y rastreros al imperio yanqui) de nuestro país, para desplegar planes de invasión, bombardeos y ataques militares que les despejen el camino hasta destruir y asentarse en nuestro país.
Trump y sus aliados guerreristas de Europa y de países de Nuestramérica con regímenes lacayos y pitiyanquis, como los que gobiernan en Colombia, Guyana, Brasil, Panamá y Ecuador, entre otros, se han ocupado de calificar como “dictatorial” y “violador de los Derechos Humanos”, al Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros. Se le sataniza para generar un linchamiento moral que preceda al físico y luego de bombardear y diezmar nuestra población, ofrecer la “ayuda humanitaria” mediante sus aparatos de invasión económico-financiara como el FMI y el Banco Mundial.
No olvidemos que la «democracia» del capital está basada en la misma relación de explotación que es característica en la producción alienada de bienes. No es que los Estados Unidos ni sus «inteligentes» mecanismos de coerción y consenso la inventaron.
Lo que sí hicieron los del gobierno estadounidense al erigirse en guardianes políticos y militares de esas torcidas relaciones mercantilistas de producción, distribución y consumo, fue calificarlas de «iguales» o entre «mercancías» «iguales» en las que el ser humano trabajador, o productor, deja de ser sujeto para convertirse en objeto, o desaparecer socialmente.
Por ese mismo malabarismo, el dominio del capital se hace también ideología y arropa hegemónicamente todo el pensamiento en la sociedad capitalista.
Puesta «patasarriba» la realidad, consiguen entonces llamar «democracia» a su feroz dictadura y la humanidad termina creyendo y defendiendo esas ideas o, de lo contrario es satanizado como dictador, tirano, genocida o poseedor de (por ejemplo) «armas químicas o de exterminio masivo», tal como se he hecho con Bin Laden o Hussein, antes de su enjuiciamiento mediático y posterior exterminio real.
Visto así, el Departamento de Estado se convierte en un «democrático» elector que decide cómo debe ser la «democracia», por ejemplo, en Venezuela, Cuba o Nicaragua. Recientemente lo acabamos de observar, una vez más, cuando Cuba decidió elegir a Miguel Díaz-Canel como su Presidente para la nueva era de la Revolución cubana.
Pero también -y sobre todo- cuando atacan y pretenden desestabilizar el proceso soberano y Constitucional de la Democracia Participativa y Protagónica de Venezuela, a nuestras elecciones, a nuestro presidente y a nuestro candidato a la reelección, Nicolás Maduro Moros. Los gringos lo que quieren es botar nuestro procesos democrático, participativo y protagónico, porque en esencia es absolutamente opuesto al que ellos han querido vender a los pueblos del mundo.
La dictatorial «democracia» imperialista, la misma que en su propio país impone, a través de la figura de un minúsculo colegio electoral, que no alcanza ni a ser representativo, a un terrorista, auténtico y genuino dictador, fabricante y vendedor de armas como Donald Trump, para que presida dé lecciones de «moral» y arbitre procesos como el venezolano, que son de nuestra única, soberana y democrática incumbencia.
El imperialismo yanqui, se erige en elector y quiere convencer al mundo de la «ilegitimidad» de nuestro presidente Nicolás Maduro. Quieren boicotearlo como candidato a la reelección presidencial y, desde ya tienen preparados y desarrollan planes de desestabilización y terrorismo, para impedir su inminente victoria el 20 de mayo de este año o la posterior toma de posesión, pautada por ley.
En tal sentido, es importante que el pueblo venezolano, garante de paz y aguerrido luchador por su soberanía e independencia definitiva, afine sus alarmas ante las amenazas imperiales y se apreste, en cada detalle, para la Defensa Integral de la Patria. Ese es el desafío de lucha que tenemos en el presente.
Ilustración: Xulio Formoso