Como era de esperarse el sentimiento patriótico ha venido aflorando, sin prisa pero sin pausa, en el hombre y en la mujer de nuestro país ante el asomo del rostro amenazante de lo que significa la posibilidad de una agresión armada extranjera contra nuestra nación. Por un lado el chavismo dispuesto a entregar hasta el último suspiro, de ser necesario, para evitar que nuestro suelo sea nuevamente asaltado por las fuerzas imperialistas que nos dominaron hasta 1998 y por otro, respetables sectores sensatos del pueblo opositor que rechazan –a diferencia de algunos de sus “líderes”-, el inicio de tal escalada de violencia, con guerra civil incluida.
De los primeros, menos no podía esperarse. Pero de la reacción de los segundos, se debe desprender una ola decepcionante que se entierra cual daga mortal en el corazón de quienes -con el usurpador Juan Guaidó al frente-, amansan el deseo de entregar nuestras riquezas al amo del norte sin importar el costo de las vidas que ello pudiera significar.
Conozco de dos testimonios directos de mujeres que rivalizan con el presidente Nicolás Maduro. De forma separada, admiten sus desavenencias con él pero –y he allí lo trascendental-, tampoco compran la “oferta” de una invasión territorial de forma directa ni a través de la “ayuda humanitaria” que los entreguistas “venezolanos” pretenden camuflajear para complacencias de sus amor del norte. En ambos casos, limitan sus reclamos a que “Maduro lo que debe hacer es bajar el precio de la comida”.
A este par de ejemplos sumo uno que me parece igualmente valioso, visto el corazón colectivo que late en el mismo. Fui autorizado para vaciarlo en esta entrega. Dice así: “Ildegar, increíble. Hoy fui a meditación. La mayoría que asiste son escuálidas. Hoy faltó un señor y una preguntó cuál sería el motivo de su ausencia, a lo que otra respondió: ‘Él dijo que no volvería hasta que Maduro no se fuera. Me quede boquiabierta cuando entre ellas empezaron a decir: ‘Entonces no volverá porque Maduro se va en el 2025’. Pensé que luego de ese comentario empezarían a botar veneno… ¡pues no! y para mi asombro todas decían ‘Maduro no se puede ir, él tiene que evitar que entre esa tal ayuda humanitaria. Él es el único que puede evitarlo’. Casi caigo como Condorito…¡Plop!”
Quien me escribía, acotó de seguidas: “Creo que a la gente se le está despertando el patriotismo. Y las vecinas mías que también me han dicho que no importa, que se quede Maduro pero que detenga el alza de los precios”.
Finalmente, siempre a través del guasap, agregó: “Y escuché en el Metro a tres jóvenes que decían: ‘Marico a mí no me gusta ir a marchas pero yo voy a la avenida Bolívar. Yo no quiero que nos invadan’”.
A los traidores, apátridas y pitiyanquis es necesaria la pregunta: ¿Así o más claro?
¡Chávez vive…la Patria sigue!
Ildegar Gil
@ildegargil