Cuando el pajarraco digital de color azul comenzó a sobrevolar la inmediatez de las redes electrónicas de la comunicación, la «neutralidad» tecnotrónica convirtió en aplausos su aparición como expresión de «revolución» en los medios.
Tuíter, esa herramienta que penetró el campo de la comunicación como una especie de «minutuario» que informaba a través de la venta predominante de publicidad, adquirió inmediatamente el perfil de un periódico, aparentemente para la «libertad» de información y opinión. En Venezuela, con una inmensa cantidad de usuarios de ese órgano prestador de servicio con una conciencia politizada, el tuíter comenzó a ser un medio para el debate entre «la verdad vs. la mentira» o para confrontar «en pequeño» la información manejada desde los centros corporativos transnacionales y la manejada desde la vanguardia insurgente o contrahegemónica de lo alternativo.
Este perfil del «prestador de servicio» tuíter se comenzó a transformar entonces en una herramienta o «pertrecho de guerra» en manos de los amos del mundo que les podría resultar contraproducente o de un peligroso efecto boomerang dentro del poder mediático hegemónico. Eso explica la abundancia de «sanciones» o bloqueos a cuentas, colectivas o individuales, con altísima insistencia en la búsqueda de comunicar las noticias con criterios oportunos y veraces.
Pero tuíter es tan solo un escenario en la compleja batalla hegemonía-contrahegemonía. En un ámbito más convencional, como lo es el de la televisión, acaba de estallar en Venezuela un nuevo conflicto que devela una de las tantas caras de la guerra multifactorial que el imperialismo yanqui-sionista tiene prendida por el mundo y que, en Nuestramérica ha escogido como foco preferencial a Venezuela y a nuestra Revolución Bolivariana de orientación socialista.
La transnacional de la comunicación AT&T dejó en la calle, cesantes en plena cuarentena e irrespetando el decreto gubernamental venezolano de inamovilidad laboral, a todas las trabajadoras y trabajadores de la marca prestadora de servicio satelital de televisión Directv. La razón aparente tiene que ver con la orden imperial de cumplir con las «sanciones» impuestas contra el pueblo de Venezuela, en procura de un estallido social que agudice la guerra y facilitar una invasión armada contra nuestro país.
Nos referimos en este artículo de hoy a los escarceos planificados por la Casa Blanca para atacar desde el campo de la mediática así como del acceso y uso de los soportes técnicos que ella usa en su papel alienante sobre las grandes masas de usuarios.
A quienes se les bloquea su cuenta en tuíter, lo primero que se le pregunta para una eventual restitución de la misma es si «eres un robot», como en una especie de a priori de «disculpa» hacia el usuario. Cuando, en realidad, tuíter (Twitter), al igual que feisbug (Facebook), instagrán (Instagram), guasap (WhatsApp) o cualquier otro soporte similar lo que persigue es que el usuario, directo o indirecto, obedezca la voz de los amos del mundo que, como dueños de los medios, son quienes ordenan, doblegan o excluyen y sancionan a quienes no «cumplen» con las reglas. Las reglas unilaterales del hegemón que domina en lo económico pero que también infunde ideología o falsa conciencia.
Quiero entonces llamar la atención e invitar a que estemos alertas. La eliminación del servicio de Directv en Venezuela, afecta indiscriminadamente al pueblo que paga y usa un servicio de «información» y «entretenimiento». No tener acceso a los canales de televisión satelital allí ofertados, pretende adosarse como «culpa» al presidente Nicolás Maduro y a la Revolución Bolivariana. Abandonar físicamente el territorio venezolano -por parte de AT&T- y mudar sus aparatos y servicios para prestarlos desde la vecina Colombia (¿gratuitos?) es otra acción deliberada de guerra en la que se ataca con información descaradamente falsa y antivenezolana, invadiendo nuestro espectro de comunicación.
Los planes de golpe de Estado contra Venezuela, la dolarización progresiva del pensamiento del venezolano y de nuestra economía, los bloqueos de acceso a los alimentos y medicinas, las acciones terroristas contra nuestros servicios básicos de agua, electricidad, internet. Los intentos de invasión paramilitar por nuestras costas marítimas y fronteras, los despliegues de la IV flota naval estadounidense muy cerca de Venezuela, los planes de ejecución de falsos positivos bajo diferentes excusas, entre ellas la de una supuesta lucha contra el «narcotráfico», son todas expresiones multifactoriales de una misma guerra en contra del pueblo venezolano y nuestra Revolución Bolivariana.
Debemos estar alertas, firmes y obedientes para seguir enfrentando esta guerra. Recordemos que durante el Golpe de Estado de 2002, contra el presidente Hugo Chávez, la mediática jugó un papel determinante en todas las incidencias. Una vez consolidado el Golpe, secuestrado y confinado el Comandante Chávez, la televisión asumió el «black-out» informativo y las pantallas sólo mostraban dibujos animados o comiquitas. Hoy, el corsario volador azul de tuíter y los movimientos de Directv, son expresiones de aquella misma vieja estrategia. La defensa integral de la Patria nos obliga a tener definidos los escenarios de batallas, al tiempo que nos desplegamos ante la voz de mando que chavistamente asumimos en conciencia. Vencer es deber de conciencia.
Ilustración: Iván Lira