Toda muerte es lamentable. Toda. El cambio de plano no garantiza –lamentablemente-, boleto con retorno a la dimensión que ocupamos.
El Ministerio Público ya inició las investigaciones para determinar las causas del deceso del capitán de Corbeta, Rafael Acosta Arévalo. Pronto sabremos, en consecuencia, la verdad de un hecho asquerosamente manipulado por la derecha que dejando de lado la Constitución, no deja de violentar la sensatez misma para hacerse del poder político.
La idea, por supuesto, es que haya justicia.
En mi caso, lamento la muerte de quien –como lo atestiguan los videos-, planificaba asesinar al presidente de la República, Nicolás Maduro Moros y a parte de su entorno.
Lamento la muerte de quien dijo que tres de los vehículos que robarían al Banco Central de Venezuela, serían usados por el grupo Lander (de Juan Guaidó) para “entrar en el asalto al Sebín».
Lamento la muerte de quien dijo que “paralelamente debe quedar un vehículo afuera como fuego de apoyo o apoyo de fuego para el respaldo de la entrada y la salida de las unidades de Máximo que van a hacer el asalto”.
Lamento la muerte de quien dijo que estaba planificando la neutralización de una antena “que está en Fuerte Tiuna”.
Lamento la muerte de quien dijo: “Si tenemos garantizado que se va a eliminar el blanco 1 y el blanco 2 (…) será un hecho contundente, mediático, llamativo y un atractivo internacional”.
Lamento la muerte de quien dijo que era obvio que “muchos carajos a lo mejor están en tres y dos”, pero que se manifestarían “hasta que vean estas cosas”, o sea, la eliminación de “el blanco 1 y el blanco 2”. Léase Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Lamento la muerte de quien recomendó municiones de reserva “para por lo menos tres días de guerra”.
Lamento la muerte de quien dijo que la acción que organizaba “podía convertirse en un conflicto de corto plazo, sino de mediano o largo plazo”.
Esperemos entonces el resultado del trabajo que sobre la lamentable muerte de Acosta Arévalo, adelantan los expertos.
¡Chávez vive…la lucha sigue!