Me encanta la voz hecha poesía y canto. La voz pura, la que nace desde el alma de los corazones que suspiran. Me encanta la voz a capela tarareando versos con su melodía a cuestas. Me gusta la voz que dice verdades, la que jamás miente, la que grita fuerte contra las injusticias, la que grita tierna invocando solidaridades.
Esa voz, genuina, comunitaria, de colectivo organizado y lleno de propuestas, es la voz de la revolución, la de las ganas de una patria nueva. Es la voz que se inventara Simón Bolívar, el soldado incansable de tantas batallas y que en Carabobo creara un espacio para la palabra y la verdad combativa, llamada Correo del Orinoco, guerrilla y flor contramediática para apagar los avasallamientos de la imperial y monárquica Gaceta de Caracas.
Pero a las voces más limpias e indómitas el imperio siempre las contraataca. Y por eso todo ese empeño por acribillarnos de mentiras, por adocenar a los pueblos, acorralarlos, doblegarles la conciencia, cosificarlos, hacerles mercancía… dejarles la voz acribillada por la mercancía.
Lo vemos a diario, lo padecemos en lo cotidiano, lo leemos en los diarios, lo consumimos en la televisión y la radio, en los medios electrónicos, lo padecemos en la batalla 2.0. Es la palabra convertida en balas, en proyectiles, en mentiras que se disparan en forma de publicidad, como vulgar propaganda mercantilizada, para mantenernos sometidos, serviles, esclavizados, sumisos.
El gran reto de las venezolanas y venezolanos, hoy, pero también de todos los pueblos del mundo, está en aprender a identificar la publicidad escondida en la noticia, la mentira, disfrazada de verdad, el periodismo, vapuleado y retorcido para vender la cosmovisión de los dominadores, de la burguesía, de las transnacionales del capital y de los laboratorios imperiales que pretenden perpetuarse en su dominio.
Es una estructura, subida sobre la estructura de relaciones de producción capitalista. Una estructura para la cosificación, mercantilización y subordinación de los individuos, como forma de supradominio a través de la alienación.
El reto nuestro esta hoy en distinguir los disparos provenientes de la sutileza de una mediática que ha sabido colocar todas las tecnologías y los pensamientos más perversos, en función de doblegar, a través de la mentira. Por supuesto que para lograrlo, se requiere del triunfo de la revolución, de la derrota del dominio de la burguesía, de la construcción de la sociedad socialista.
Se requiere estudiar, perseverar, saber diagnosticar y vencer. Este pueblo, digno y soberano, tiene las armas de su identidad, de su soberanía, de esta convicción Bolivariana y Chavista. Es la hora, hoy más que nunca, de disparar conciencia por la Patria socialista.
Ilustración: Xulio Formoso