Como era de suponer, la entrevista de José Vicente Rangel al combatiente Julio Escalona -este domingo 22 de julio- causó entre nuestra militancia lo que tenía causar: opiniones. Sanas opiniones en grupos digitales, y también a viva voz.
El diálogo entre ambos personajes conduce, al menos eso supongo, a ubicarnos de nuevo en la definición de “resistencia” que como pueblo hemos venido mostrando y demostrando de forma estoica desde que los contrarrevolucionarios endógenos y exógenos se unieron, con la finalidad de pulverizar nuestra soberana decisión de sustituir al capitalismo por el justo sistema del socialismo.
Resistencia es, en efecto, desarrollar la actitud venezolanista y gallarda que nos mantiene de pie ante el neocolonizador salvaje. Gracias a ella, tenemos Patria. Es calarnos los abusos del depredador oligarca, que apuesta a nuestro desvanecimiento; es responder a los llamados cívicos formulados por el presidente Nicolás Maduro para derrotarlos en cada proceso electoral; es no caer en sus provocaciones, diseñadas para nuestro desplome moral; es, incluso, comprender y no abandonar al familiar o vecino que confundido nos responsabiliza de los efectos perversos y criminales producto del asedio diario y permanente.
Pero, resistir, es también la capacidad de no guabinear en momento alguno. Resistir va más allá del mercado, la farmacia o el papel tualet. Es profundizar la compresión exacta de cuanto ocurre. Es escarbar en sus orígenes, su génesis, su punto de partida. Es no dejarse arrebatar la conciencia revolucionaria, en lugar de fortalecerla. Es plantarse ideológicamente ante el entendimiento diáfano de quién es el enemigo y qué persigue.
Es, finalmente, entender que si el Gobierno no actúa de tal o cual forma como nos gustaría en lo inmediato es porque las condiciones no están dadas para ello, y que solo espera el momento oportuno para hacerlo con todas las garantías de victoria plena y efectiva como lo merecemos.
¡Chávez vive…la lucha sigue!