Yo también vivía en un barrio compuesto mayoritariamente por negros provenientes de Barlovento, en el estado Miranda. El comité contra los desalojos que reunía a comunidades combativas de José Félix Ribas, La Urbina, Carpintero, San Blas, La Dolorita y muchas otros en el mismo sector de Petare, comenzamos a reunirnos y protejernos en contra del conquistador local que quería arrasar con nuestras barriadas para asentar lujosas urbanizaciones para élites burguesas y, sobre todo, para enclar en la zona una lujopsísima universidad para preparar la necesaria mano de obra «especializada» que requieren los explotadores.
Detrás de la maniobra violenta para conseguir la limpieza supremacista de negros, obreros y pobres en aquel sector, estaba la transnacional petrolera Esso, Creole Petroleum Corporation, y sus lacayos dominantes en esferas gubernamentales del Ejecutivo y del Poder Legislativo, compuesto mayoritariamente en un Congreso bicameral con predominio de adecos y copeyanos. A su lado «persuasivo» le acompañaba el represivo a través de sus aparatos militares y policiales que ejecutaban las órdenes masivas de desalojos.
Lo cierto que en aquellas actividades organizativas, de agitación, propaganda y rechazo a los desalojos, a las medias represivas y al supremacismo imperialista yanqui (que, por cierto, no es nada nuevo ni lo inventó el terrorista Donald Trump), encontramos que muchas otras barriadas de Caracas, Miranda y La Guaira, atravesaban por situaciones similares y, en sus organizaciones, habian conformado sus Comités Contra los Desalojos en cada localidad.
Comenzamos los intercamnbios de experiencias y la unidad de nuestros barrios en una causa común: la lucha contra los desalojos. Fue en esa tarea política, inherente al poder popular, donde conocimos al Grupo Madera. Era un grupo cuya Madera era «olorosa a jazmín café» como canta en su homenaje el infinito Alí Primera en su «Tin Marín«. Cultores de calle con raíz afrodescendiente, solidarios infatigables y soñadores con un mundo nuevo e igualitario, los integrantes de esta agrupación habían impactado a las esferas imperialistas o proimperialistas y del poder gubernamental venezolano, de entonces, al punto que empezaron a ser considerados una «amenaza inusual y extraordinaria» contra los intereses del gran capital en Venezuela y sus lacayos.
Nadie parece que firmó decretos ni «orden ejecutiva» o, si se hizo, fue en las sombras del Pentágono y la CIA, que era como se estilaba entonces, para decidir cómo acabar con el Grupo Madera y, por extensión, con «agitadores y subversivos de oficio» que era como se consideraba al irreverente grupo y a otros cultores y promotores que, como Armando Carías, dirigía para entonces al grupo de Teatro Infantil El Chichón de la UCV. Lo que sí resultó cierto fue que ambos grupos fueron entrampados en una emboscda que escogió como escenario de acción a nuestro río madre, el Orinoco.
La emboscada produjo numerosas bajas, el Madera fue exterminado casi por completo y la prensa de entonces, y alguna de ahora también, se ocuparon de vendernos comunicacionalmente el suceso como una «tragedia» sin responsables.
Ahora, con la convicción de que los delitos de lesa humanidad jamás prescriben, el pueblo patriota y Bolivariano de Venezuela, sigue reclamando justicia. «Esa madera va arder» y seguir donde corresponda «luchar y luchar» para que este combate se vuelva un solo cantar. Una sola causa de amor y libertad, con nuestras raíces culturales, con nuestro infinito convencimiento de firmeza, dignidad y paz. Esta será para siempre la imperturbable Madera olorosa de la Revolución Bolivariana.
Foto: Sergio Chapman / Detalle Mural Grupo Madera