En el sistema educativo desde la primaria hasta el final del bachillerato, nos preparamos para aprender lo mas básico y esencial de la vida, es el paso antes de escoger nuestra carrera u oficio que nos sustentará para el resto de nuestras vidas, pero dentro de ese concepto poca importancia se le otorga al aprendizaje relacionado con la alimentación, siendo esto -precisamente- tan básico y necesario para la vida.
Todos saben sumar y restar, pero pocos saben cocinar, sabemos leer, pero no aprendemos a alimentarnos, aprendemos de fechas de batallas pero no aprendemos de donde vienen los alimentos, aprendemos de todo, pero en sí, poca importancia se le da a lo que nos mantiene vivos, la comida.
Nos forjan para “ser alguien en la vida” pero sin alimentos no somos nadie. Al parecer, solo pocos han notado, la alimentación está en manos de transnacionales que nos educan a consumir lo que ellos fabrican, esa asignatura como que la vemos en los medios de comunicación, porque en el pensum escolar solo es algo “transversal”.
¿Cómo podemos aprender de libertades si no aprendemos a comer y a producir lo que nos comemos?, ¿de qué sirve sumar si no sabemos de dónde vienen los alimentos? Es tan obvio para mí, pero tan insignificante para la mayoría.
Serás abogado, arquitecto, ingeniero con post-grados, doctorados y masters, pero sin el que produce los alimentos ninguna de esas profesiones tiene alguna importancia, siempre se ha dejado en segundo plano a los del campo, y se le ha hecho creer a la gente que para “ser alguien en la vida hay que tener un título”, de esta manera cada vez hay menos interés en producir alimentos, son todos profesionales pero se podrían morir de hambre si al super mercado no llegan alimentos.
Que esto que estamos viviendo hoy nos sirva de escarmiento para darle la importancia que se merece al tema de la alimentación, para que en futuros próximos entendamos que parte del sistema educativo debe estar dirigido a que la gente aprenda a desarrollar una propia cultura alimentaria, más apegada al potencial productivo de nuestro país y en manos de venezolanos con amor por la tierra y por el campo.
Porque amor con hambre no dura, y doctor con hambre no sirve, hagamos que nuestros hijos e hijas aprendan a producir, procesar y distribuir alimentos, desde niños, no transversalmente sino directamente, con seriedad.