El 8 de este mes la administración del sátrapa Donald Trump decretó, a su libre saber y entender, a la Guardia Revolucionaria de Irán como grupo terrorista. “Se trata de la primera vez que Estados Unidos toma esta medida contra los militares de otro país”, afirmó el mismo día el portal bbc.com.
Considero que la noticia pasó, si se quiere, un tanto desapercibida tal vez entre otras cosas por la lejanía geográfica –aunque no de hermandad-, entre el colectivo criollo con la nación persa hasta que el sábado 20 el Gobierno BoliGuardia Revolucionaria de Iránvariano le salió el paso a la nueva arbitrariedad del enfermo imperial. “La República Bolivariana de Venezuela repudia la ilegal decisión de Estados Unidos de declarar al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) como una organización terrorista internacional”, reza en el primer párrafo el comunicado oficial que posteriormente coloca al cuerpo creado en 1979 como una agrupación que lucha “lucha contra el extremismo y terrorismo”.
Entonces, si el CGRI “lucha contra el extremismo y terrorismo” ¿por qué el gringo más antipático del mundo usa su poder para pegarle la etiqueta contraria? Porque una vez más el empresario del modelaje se aplica como le encanta al ejercer una “actuación unilateral e injerencista” que “constituye una abierta violación del Derecho Internacional”, aclara el mismo texto oficial dejando con su precisa acotación el plato servido a una explicación más amplia y verdaderamente –en este caso- terrorista del asunto al exsubsecretario de Defensa de EEUU, Jeb Babbin citado por el servicioisraelnoticias.
Luego de lanzar las repetidas mentiras con las que él y sus jefes inquilinos de la Casa Blanca a diario bombardean al planeta sobre nuestro país, Babbin afirma sin tapujos que en Venezuela cohabita “un número desconocido de tropas del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní”. Aunque en ningún instante define algún dato adicional en torno al “número desconocido de tropas” en la Patria (lo cual deja ver de buena manera el carácter especulativo de semejante acusación), le adosa una serie de supuestas acciones antiestadounidense que “obligaron” a Washington a declararla como terrorista. Y como a estas alturas del juego dos más dos aún son cuatro, si esos presuntos terroristas ya no solo están al otro lado del mundo sino que también pululan están entre nosotros y nosotras, pues, también nosotros y nosotras lo somos (hasta más que los guardias iraníes). En consecuencia, las “fuerzas democráticas” del norte están impelidas, vaya usted a saber por cuál derecho divino, a pulverizarnos para que dejemos de ser una amenaza a su seguridad nacional.
Para que no quede duda de que estamos inventando algo porque, obviamente, también somos terroristas de la verdad, sigamos leyendo a Babbin: “Cualquier nación que comercia con Irán (…) está negociando con una organización terrorista y fortaleciéndola”.
Como se ve, estos catires del mal (unos no lo son tanto aunque son tan malucos como aquellos), siguen tejiendo una falsa base de justificaciones y pretextos para acabar con la Revolución Bolivariana que por vía pacífica llegó al poder político en 1998 y que por vía pacífica (siempre con mayoritario apoyo popular), se mantiene en la cúspide. Sobre esa base de inexistentes argumentos (hoy son los rusos, los chinos y ahora la Guardia Revolucionaria de Irán: mañana quién sabe quién), solo buscan consolidar en el ánimo de la opinión pública mundial la supuesta necesidad de aplicar ese anácronico y disfrazado mecanismo de colonialismo y dominación que es la Doctrina Monroe concebida en 1823.
Así las cosas, bien valdría la pena seguir con detenimiento esta declaratoria contra el cuerpo del presidente Hasan Rohaní. Difícilmente sus autores queden allí. Fake news de por medio, podrán seguir inflando el maligno globo de los embustes para, una vez aderezado el consomé, pasar a otra etapa de la guerra contra nuestra población. No bajemos la guardia, y no precisamente la iraní.
¡Chávez vive…la lucha sigue!