«Estamos en nuestra
exacta perspectiva histórica, nuestro norte es el sur, estamos dónde debimos
estar siempre, estamos donde Bolívar nos dejó pendiente para estar y ser»
Hugo Chávez
Petroizar, se debe decir, como manera de contrarrestar todos los efectos perversos de la dolarización, hasta del pensamiento.
Asumir nuestra criptomoneda Petro como un emblema de lucha revolucionaria, al comienzo de esta nueva década del siglo XXI, es el desafío complementario y necesario para el despliegue de la estrategia que lanzara el Comandante Hugo Chávez cuando manejó, de manera simultánea la idea de una moneda (el Sucre) de integración en los intercambios comerciales de Nuestramérica.
Es la idea Bolivariana de la Unidad y de la integración de la Patria Grande la que reivindica Chávez en su lectura de la «economía venezolana», Nuestroamericana y también mundial. Es esa idea la que le lleva a definir las estrategias de la Revolución Bolivariana, como antiimperialistas y socialistas.
En esa dirección -soy capaz de asegurarlo- se mueven las políticas económicas trazadas por el Presidente Nicolás Maduro en medio del fragor de una guerra económica imperial, llena de expresiones múltiples e incluso de «sanciones» pretendidamente asfixiantes contra nuestro pueblo.
Es allí donde yo hablo y defiendo este presente de luchas en el que la estrategia debe ser Petroizar, en el mismo contexto en el que he escrito mis reflexiones críticas contra la dolarización de la economía venezolana y, lo que es peor, contra la dolarización del pensamiento de mis compatriotas.
No tengo interés por discusiones económicas ni mucho menos economisistas. Me interesa la economía no como «ciencia», tampoco como «matemática», que son las trampas de los dominadores para convencernos de su razón ideológica para mantenernos sometidos «más por la ignorancia que por las armas» (que es lo hubiese dicho Bolívar, de encontrarse hoy en el centro de esta discusión). Me interesa la economía como le interesó a Marx, es decir, como economía política, como espacio del poder y su ejercicio al entender y enfrentar las relaciones de clases que medían en cualesquiera relaciones sociales de producción y, particularmente, en las capitalistas, que son las que padecemos hasta el presente.
Tampoco me parece acertado caer en el simplismo de considerar la acción e idea de Petroizar, como un paño tibio más que contenga o disimule los efectos asfixiantes y demoledores de una dolarización que ha llevado, hasta a ciertos «radicales de izquierda» a tirar la toalla en pleno cuadrilátero y esgrimir un par de dólares en sus manos a la hora de pagar el cafecito que se tomaron en la panadería o en el quiosquito de la esquina.
Más allá de la alegría (que puede ser muy efímera si solamente te quedas en el efecto superficial de «tengo unos realitos más», que no me los gané trabajando, para pasar el año nuevo) de que un sector (pensionados, jubilados y empleados públicos) socioeconómico ha recibido Medio Petro para que lo utilice como criptomoneda en transacciones comerciales, en la esfera de la circulación, cotidiana, comprando o vendiendo a un valor referencial fijo de 60 dólares por cada Petro.
El Petro no es para que lo cambies en Bolívares soberanos o en cualquier divisa de permitida circulación legal en nuestro país. Es para que lo utilices como lo que es: una criptomoneda que, por primera vez en el mundo, se utiliza para el intercambio directo de mercancías.
En este último sentido, la creación, puesta en vigencia y uso del Petro, no es un camino expedito para alcanzar el socialismo. En el mismo terreno del capitalismo antihumano y explotador, el Petro pudiese terminar «revolucionando» al capital financiero y no a la sociedad dividida en clases que, en sus luchas, aspiramos victoriosa y libre desde la perspectiva del proletariado.
Pero, no te asustes. La propuesta Revolucionaria venezolana, inspirada en Bolívar, en el Árbol de las Tres Raíces, en la visión estratégica del líder para el siglo XXI, Hugo Chávez y en las medias tácticas desplegadas en la actualidad por nuestro Presidente Nicolás Maduro, entiendo que persiguen implosionar una estructura de culto hegemónico basada en el «Dios dólar». Este es el momento y nuestro deber es acompañar este proceso, desde la complejidad del mismo. No se trata, pues, del simplismo de lo inmediato sin asumir la complejidad de la totalidad de esta lucha que, en su conjunto, sí es auténticamente y en sus fines, completamente revolucionaria.
Vamos entonces a izar el Petro como bandera de combate en las luchas del presente y el porvenir inmediato. Estoy seguro de que juntas y juntos Venceremos.
Ilustración: Iván Lira