El tsunami moral (¿o inmoral?) baña los predios de Juan Guaidó. El oleaje de corrupción alrededor de los fondos destinados para asistir a los desertores traidores que en febrero lo siguieron huyendo a Cúcuta, encharca a su propia firma, pues, fue él quien el 24 de febrero designó a Rosanna Barrera y Kevin Rojas para que administraran tales recursos.
Ambos, como él, son integrantes de las filas de la organización terrorista Voluntad Popular. Y ambos, valga recordarlo, son quienes se han rumbeado el dinero para cubrir los costos que se originarían de los hoteles y comida para los militares apátridas.
Como era de esperarse, el golpista de Altamira (Guaidó, claro), ya ejerce su derecho al pataleo. Cual inminente ahogado, apuesta a una brazada de suerte.
“Transparencia ante todo”, ha dicho para intentar desligarse del asunto. Y, transparencia ante todo, le respondo para tomarle la palabra. Veamos.
Sea transparente señor Guaidó, y diga por qué eligió el camino de la desestabilización para conquistar el poder político.
Sea transparente señor Guaidó, y diga por qué no valida el camino de la Constitución para tales fines.
Sea transparente señor Guaidó, y explique por qué acude a alianzas foráneas imperialistas, para intentar pisotear la voluntad electoral de la mayoría del pueblo.
Sea transparente señor Guaidó, y explique por qué arguye que es ilegal la Asamblea Nacional Constituyente, sabiendo que sus cimientos están en la Carta Magna.
Sea transparente señor Guaidó, y confiese por qué se lanzó un golpe de Estado como el del 30 de abril en Altamira, a conciencia de lo que eso significa en términos legales.
Sea transparente señor Guaidó, y confiese también por qué victimiza a quienes -como usted-, han violado las reglas del juego democrático y ahora son precisados por la justicia.
Sea transparente señor Guaidó, y diga por qué en febrero violó la prohibición de abandonar el país, dictada por el Tribunal Supremo de Justicia.
Sea transparente señor Guaidó, y comparta con nosotras y nosotros qué se siente al desplazarse con toda libertad por donde mejor le place, sin ser tocado ni por la brisa a pesar de que perennemente afirma que vive bajo el terror de una dictadura.
Por alguna vez en su vida, señor Guaidó, sea transparente.
¡Chávez vive…la lucha sigue!