Los últimos acontecimientos que se han desarrollado en el escenario político venezolano han provocado el resurgimiento del viejo amigo del poder neoliberal instrumentado a través de los medios de comunicación, y ahora repotenciado por las redes sociales. El feik nius no es cosa nueva en panoramas como el que hoy vivimos, lo que empieza a cambiar es que sea ejercido no solamente por los conglomerados de noticias sino que sean les simples mortales quienes lo continúen.
Las casualidades no llaman la atención pero sí resultan cansonas y, a veces, dignas del humor. Resulta interesante, por demás, que justo ante un panorama de crisis política donde la amenaza militar externa se nos quiere encimar, empiecen las cataratas de feik nius con sus fieles seguidorxs. Hay un ejercicio interesante que me parece provechoso hacer pero hay que proteger al estómago y a los ojos antes de entromparle. Hurgar en las capas venenosas de Twitter pudiera causar náuseas, dolor de cabeza o poner la piel de gallina sino nos protegemos bien.
Ahora, creo que puedo asegurar que la mayoría de quienes andamos actives en las redes estos días hemos visto por lo menos una publicación de un tuit y el “hilo” que le sigue donde quien publica saca una cantidad considerable de espuma rabiosa y quienes le contestan rabían también. Pero hay publicaciones de publicaciones: si tenemos el coraje de revisar el perfil de twitter de esa cuenta y sólo por encimita vemos los tipos de tuits que publica, las fechas y las interacciones podemos concluir que esa cuenta o es el vehículo catártico de alguien que quiere “descargar su arrechera” o es una cuenta hecha pa propiciar y promover el odio a través del feik nius, la exaltación de la muerte (todas las muertes menos la de quienes publican) y el profundo odio que le tienen a les chavistas, a la gente del gobierno y a, según elles, la izquierda.
Esa cuenta o bien pudiere ser personal de alguien que le gusta joder, pudiera ser una cuenta falsa diseñada por un grupo específico para hacer mella desde lo mediático o incluso podría ser una vaina paga existiendo con el único propósito de promover el odio por las redes y de provocar violencia. Sin cuaimeteo: cuidaíto con una vaina.
Hay quienes bajo la enfermedad típica de la fiebre mediática han publicado cuanta vaina se le atraviese por los ojos: la foto de un hombre en situación de desnutrición que lee “no es en África, es acá en Venezuela”, una foto de unos PNB halando un niño y poniéndole de pie de foto “el lado más crudo de la represión en Venezuela”, o unos datos estadísticos —que sabrá Dios de dónde los sacaron, porque no lo dicen— de niños en Amazonas imputados con cargos de terrorismo, o material de la marcha del 2002 haciéndose pasar por la del 23 E 2019 para demostrar que la oposición segurito segurito que tiene más gente que el chavismo, o el Venezuela-fake-splaining a través de análisis políticos de eruditos y académicxs venezolanxs por tuiter (esas son las más verosímiles, claro que sí).
Lo bueno y malo del falseo, tanto de quienes producen las noticias como de las y los que las comparten, es que develan la obvia necesidad de producir contenido podrido que será consumido por masas específicas. Pero, precisamente, el problema de este son es que mucha gente te lo baila: hay quien ni sabía que lo bailaba pero ahí va, es rey de la pista.
Ahora, esa corona es de cartón de huevo: solo queda pa prenderlo y espantar a los mosquitos. Pensar que sólo en África (que es todo un continente. Un continente) hay desnutrición deja que pensar, y nada más por encimita, que eres rolitranco e bobx y te comiste el cuentico de que en todos los países africanos hay miseria y desnutrición y que qué cosa tan terrible es que a tu amada Venezuela le pasen esas cosas tan feas y fó (voltea pa que te enamores de EEUU y Europa); o pensar, por ejemplo, que quienes te hacen un análisis político a través de Tuiter —estando fuera de Venezuela— tienen legitimidad sólo porque hablan bonito y ponen las tildes donde van raya en lo cuchi. Y no es cuchi que seas cuchi.; o que partir del 23 de enero entiendas a la perfección cómo funciona la industria petrolera venezolana —no sólo respecto a su historia sino respecto a cómo se tejen los hilos de la geopolítica internacional— porque lo viste en una infografía es, por lo menos, adorable.
Les guste o no, se den cuenta de que lo que comparten es vaina pa falsa o no, todo feik nius es desmontable: la labor que los colectivos y medios de comunicación han hecho por Venezuela en varios países es admirable. Lo triste es que hay unas noticias que a pesar de ser inmensamente ridículas igual calan, igual pasan, igual atraviesan porque tocan un pedacito de la psique que regüerve lo más chimbo que pudiera haber en esos cuerpitos.
Hay gente que perrea, hay gente que presea y hay gente que falsea. Yo creo que algunes de nosotres, aunque bailamos en banda, no nos cuadra ese reggaetón, no vamos pendiente de ese son. Ese no te lo bailamos, ese corta la nota. Hay veces que empieza con un puki puki atractivo y dan ganas de ir a pistear, pero cuando empieza la lírica nos quedamos es loquis de lo facho y podrido que es, y todavía, casi con inocencia, nos sorprende que haya gente que sí te lo baila.
A nosotres nadie nos quita lo bailao, eso es verdad. Pero nosotres te eligimos qué bailamos y cómo te lo bailamos.
Acá a nosotros no nos gusta ese falseteo, chamo. Arranca pa’llá. Esta pista es nuestra.