¿Por qué si los cambios radicales en toda sociedad se basan en la forma como se producen los bienes materiales, algunas revoluciones se distraen con procesos electorales y no productivos?
En Venezuela vamos a votar el 6 de diciembre para elegir diputadas y diputados que integrarán la Asamblea Nacional que comienza sus funciones legislativas el día 5 del mes de enero de 2021.
Luego de la culminación de un período (2013 – 2019) de funciones legislativas en el que la mayoría de los integrantes del Parlamento venezolano provenían de las filas opuestas políticamente al poder Ejecutivo, los cuales asumieron desde el comienzo un papel disociador, golpista, apátrida y terrorista, actualmente está contemplado, constitucionalmente, elegir una nueva Asamblea Nacional.
El domingo 4 de diciembre de 2005, en un proceso similar al de hora, Chávez acudió a votar en el Liceo Manuel Palacios Fajardo, ubicado en la parroquia 23 de enero de Caracas. A su salida del acto comicial declaró a las y los reporteros, de Venezuela y el mundo, quienes sabían que la democracia de nuestro país estaba (y está hoy, todavía en 2020) en asedio. Hablaba del sistema electoral «más seguro» que cada vez se demostraba (y se demuestra hoy) así, con mayor énfasis.
En el contexto de construcción de un nuevo Estado, del Estado Comunal y con el desarrollo de una democracia «participativa y protagónica» así definida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Chávez alabó nuestro Poder Electoral como fortaleza única para la confianza del nuevo tipo de ciudadano que comenzaba a emerger desde 1999, con la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente y el nacimiento de una nueva República, la quinta, luego de los primeros esfuerzos del Libertador Simón Bolívar, hace unos 200 años.
En el contexto electoral de hoy, es importante observar a Venezuela -a nuestra democracia y al proceso revolucionario iniciado en 1999 con el primer Gobierno Bolivariano, la instauración de la Asamblea Nacional Constituyente y la creación, propuesta y aprobación popular de una nueva Constitución, la correspondiente a la V República, la actual Bolivariana- en medio de un año en el que, por lo menos, se celebraron elecciones en Chile, Bolivia y EEUU, todas con resultados que hablan con abundante nitidez del despertar de la conciencia de los pueblos.
Y es a esto a lo que, fundamentalmente, quiero referirme. Más que querer corregir problemas coyunturales, bastante graves algunos, como la pérdida del valor adquisitivo del pueblo, la dolarización de nuestra economía con la consiguiente devaluación de nuestra moneda y el encarecimiento de todos los productos, esencialmente alimentos y otros rubros de consumo básico como los farmacéuticos, de lo que se trata hoy es de defender nuestro estado de soberana conciencia.
Si nos fijamos en los resultados electorales del plebiscito chileno y de las presidenciales de Bolivia y EEUU, lo que tienen en común los tres actos históricos es la expresión de una conciencia, la conciencia superior, proletaria, de clase, en cada uno de esos particulares y bien diferenciados procesos.
Sobre eso quiero llamar la atención hoy a mis compatriotas electores de nuestras diputadas y nuestros diputados, este domingo 6 de diciembre. Necesario es pensar en la totalidad como pueblo (como pueblos), en que todo tiene que ver con todo y que nos estamos jugando la posibilidad definitiva de un mundo multipolar en el que Venezuela -de manera puntual, específica- tiene, entre otras tareas definidas en el Plan de la Patria (programa plenamente vigente, hoy) la de convertirnos «en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe, que garantice la conformación de una zona de paz en Nuestraamérica».
Y ante este necesario consenso interno, también es importante la valoración de la voluntad y conciencia de nuestros pueblos. Intereses superiores nos convocan. De aquí la importancia de tener una perspectiva de unidad e igualdad de fines. El espíritu defendido y legado por Chávez con sentido de independencia y socialismo sigue estando en el centro. Nos toca a nosotros reafirmarlo este 6 de diciembre, en consonancia con los ejemplos espontáneos de los pueblos de Bolivia, de Chile y de los estadounidenses, este mismo año 2020.
Y al volver a la pregunta inicial: ¿Por qué si los cambios radicales en toda sociedad se basan en la forma como se producen los bienes materiales, algunas revoluciones se distraen con procesos electorales y no productivos? Nuestra respuesta es: ¡Aquí no hay distracción! sino reafirmación de conciencia. ¡Sólo juntos venceremos!
Ilustración: Iván Lira