Sí. Uno de ellos. Se podría pensar, en un paso rasante por las ramas del árbol de la política hegemónica que administran los amos del mundo, que es así.
Pero hace falta ser radicales y mirar al árbol en su totalidad. Venezuela es importante para los afanes imperiales y sabemos que la razón fundamental de ello se debe a las inmensas riquezas de minerales e hidrocarburos, así como de agua y una biodiversidad muy extensa en nuestro territorio.
Pero los amos del mundo están mirando a Venezuela desde su perspectiva del «Gobierno global» en busca de re-oxigenación del poderío capitalista, consiguiendo apartar de sus planes a los países que se les hacen incómodos o potenciales «amenaza inusuales y extraordinarias», como podrían ser los casos de Estados independientes y antiimperialista como China, Rusia, Irán y, en nuestro continente, Venezuela, entre otros.
No por casualidad el actual vocero principal de la Casa Blanca hace ademanes desesperados tratando de captar la atención sobre Venezuela en una guerra que nos han declarado desde cuando decidimos ser Bolivarianamente independientes, potencia y Patria socialista.
Lo cierto es que no debemos quedarnos en las ramas sino asumir la totalidad del árbol desde nuestra perspectiva soberana, pero también de revolución internacional y proletaria.
Por ello, en esta reflexión de hoy, que tiene que ver con los últimos movimientos guerreristas en ejecución por el Pentágono y la CIA, quiero proponer revisar la coyuntura del desarrollo de la pandemia mundial de coronavirus y su contexto programático en los planes terroristas del Imperio yanquí-sionista en contra de Venezuela.
Tengamos en cuenta que el bufón -que no el dueño del circo- muestra su tarifada y fingida sonrisa desde la carpa de la Casa Blanca, haciendo fiesta con la proliferación de muertes que va dejando por todo el planeta la aplicación de la más reciente de las sanciones, creada por los amos del mundo en uno de sus laboratorios de armas bioquímicas para la amenaza o exterminio de la humanidad.
Donald Trump es tan sólo el bufón en el desarrollo de esta tragedia que hoy padece, como pandemia, el mundo entero. Sus amos le colocaron como figura gobernante de los EEUU y, hasta ahora, no les ha defraudado en la aplicación de sus planes orientados a la perpetuación del dominio capitalista.
Tras su carcajada se esconde su propia muerte. Juega con fuego y muy probablemente esté entre los primeros en morir quemados, cuando se incinere completamente su sistema. Si es o no parte del precio de su tarea, uno no lo sabe.
Donald Trump, entre los gobernantes del supremacismo imperial yanqui-sionista en las últimas seis décadas, ha sido el de mayor inclinación ejecutiva en el decreto y aplicación de sanciones por el mundo entero, estando entre sus blancos predilectos para los disparos en este continente, Venezuela, Cuba y Nicaragua.
El desespero por ser fiel a sus amos escondidos tras la máscara del -comunicacionalmente- denominado Club Bilderberg, lleva a Trump al extremo de hacer mofa hasta de los crecientes estragos del coronavirus en su propio país.
Nadie duda hoy acerca de la «decisión estratégica» de los amos del mundo de inocular la molécula viral del Covid-19 dentro de la población China para colocar en jaque, frenar o destruir su economía y apartar de en medio a ese coloso que amenaza la hegemonía gringa sobre el planeta.
Es indudable, sin ser profetas o pitonisos, que el desarrollo de los efectos directos o colaterales del coronavirus sobre la dominante economía capitalista producirá, cuando menos, una dramática recesión o el inminente derrumbe del sistema que, basado en la explotación del proletariado por parte de una minoría burguesa, se ve estructuralmente amenazado por su propia arma de «defensa» y exterminio utilizada en esta oportunidad contra China, la cual se les devuelve como una especie de «autosanción».
En fin, el coronavirus, que mantiene en cuarentena a la inmensa mayoría de habitantes del planeta, podría ser la última de las «sanciones» que el bufón, con voz gangosa y la sonrisa convertida en morisqueta, decreta.
En paz y con mucho tino, Venezuela y la humanidad toda, ganaremos esta guerra.
Ilustración: Iván Lira