El hoyo es una de las películas más populares de este último mes en tiempos de cuarentena
El hoyo es una metáfora sobre el mundo actual. El sistema en que vivimos (más allá de ideologías políticas) nos divide en clases sociales. Los que están arriba tienen unos recursos, los que viven abajo otros, subir de nivel o cambiarlo es difícil.
El largometraje dirigido por Gaztelu-Urrutia y protagonizado por Iván Massagué es desagradable y genera muy mala impresión desde el primer momento. Sin embargo, cuando avanza es muy fácil darse cuenta de que esa es precisamente su mayor función. Es feo, grotesco y parece una pesadilla. Como la vida misma es desconcertante, por lo que te obliga a pensar rápido sobre los acontecimientos que se presentan.
La trama de El Hoyo es surrealista, no tiene mucho sentido ni coherencia. La cinta relata una historia enmarcada en una sociedad distópica que intenta ser un remedo de la real.
En la película para salir del hoyo o sobrevivir en él es posible envilecerse de una forma que no podemos preveer. Pocos son capaces de mantenerse limpios, de hecho, según la perspectiva de esta cinta que triunfa en Netflix, todos somos un poco torcidos y estamos dispuestos a cualquier cosa por sobrevivir.
Una trama con múltiples significados
En El Hoyo un hombre está atrapado en un lugar donde existen niveles, subir o bajar puede hacer la diferencia entre estar vivo o muerto.
Los personajes incluyendo al protagonista van desarrollando actitudes grotescas que en un principio se tornan incomprensibles, pero que con el tiempo nos hablan de quienes son y sobre todo quienes llegarán a ser.
Aunque en un principio cuesta un poco seguirle el ritmo, muy fácilmente comenzaremos a entender que cada situación de la cinta tiene un paralelismo con algunos elementos que conocemos en la vida real.
Siendo como es una película llena de metáforas, la cinta española, es en cierta medida reiterativa, supongo que de esa forma nos quiere hacer entender sus motivos.
La película nos brinda un discurso lúcido sobre un conflicto que parece no tener fín: las desigualdades, el modo en que están repartidas las riqueza.
Sin embargo, hay algunas consideraciones éticas y prácticas que el realizador no toma en cuenta o que si lo hace no logra ir más allá de superficialidades. Aunque es claro en un aspecto. Según su perspectiva, el ser humano es constantemente empujado por su propia naturaleza a desear poseer todo lo que tenga en frente sin pensar en los demás. Afirma que somos egoístas y miserables cuando queremos, y aunque eso ya está más o menos claro, la violencia con que El Hoyo lo cuenta genera un gran impacto.
@luisauguetol