Me gustaría recordar cuál fue la primera cita de Elvira Sastre que leí, cuál fue ese texto que me lanzó hacia ella, que me motivó a buscarla y querer conocer más sobre su trabajo literario. Llovimos tanto que me ahogué, si mi memoria no me traiciona.
«Hablamos tanto de la lluvia
que un trueno acabó atravesándome la garganta.
(…)
Tu vida o tu corazón, me dijo alguien,
quiero pasar mi vida en el suyo, le dije yo,
pero eso no era posible».
Allí fue el comienzo de todo. Solo copié parte de la cita y la pegué en la barra del buscador. Me apareció el poema completo, lo leí y me pareció maravilloso. Eso me llevó a preguntarme qué habría pasado en la vida de Elvira Sastre que la llevó a expresar tantas cosas hermosas.
Y así fui. Supe que tenía un libro llamado Baluarte y Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, y ese nombre también me pareció fantástico. Pero después, como si realmente no supera nada, me encontré con La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida.
Por aquel entonces mi vida fue un sube y baja. Comencé a conocerla cuando estaba en un buen momento y me parecían letras que se formaban para hacerme sentir cosas bonitas. Poco después me tocó conocer la antítesis de sus poemas, la tristeza y la soledad.
«Si te marchas
hazlo con ruido:
rompe las ventanas,
insulta a mis recuerdos,
tira al suelo todos y cada uno
de mis intentos
de alcanzarte,
convierte en grito a los orgasmos,
golpea con rabia el calor
abandonado, la calma fallecida, el amor
que no resiste,
destroza la casa
que no volverá a ser hogar.
Hazlo como quieras,
pero con ruido.
No me dejes a solas con mi silencio».
En los últimos años en Venezuela los lectores -no me incluyo porque no soy un afanado- han tenido que recurrir a las ventas informales de libros, compran viejos o los intercambian, porque la crisis -no quisiera mencionarlo, pero resulta inevitable- ha dificultado la importación de libros y los pocos que pueden interesarme son excesivamente costosos.
Intenté buscar alguno de los dos poemarios de Elvira, pero no tuve suerte. Ni en las librerías ni en los tarantines que a veces ponen en las calles. Al verme en esa situación, decidí buscar los libros en internet y los descargué, aunque no me gustan los libros digitales. Digamos que no tenía otra opción.
«Si la palabra es acción
entonces ven a contarme el amor,
que quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito».
Entre aquellas páginas conseguí muchos poemas desenfadados, con bastantes sentimientos. Unos me gustaron más que otros, pero me gustaron. A ella la vi recitando junto a Andrés Suárez, un cantante español que tiene muchas canciones con grandes significados.
«Yo no quiero
que sueñes conmigo,
quiero que me soples
y me cumplas.
(…)
Yo no quiero ser recuerdo,
mi amor,
quiero que me mires
y adivines el futuro».
Desde entonces la sigo en sus redes sociales y, en la medida de lo posible, le sigo el paso. Ella ha tenido algo que ha hecho que los jóvenes, de alguna forma, se interesen por la poesía y la lectura. Se muestra natural y se muestra humana, sencilla, sin mucho aparataje. Y eso me gusta. También cuando comparte fotos de sus mascotas.
En días pasados vi una noticia grandiosa: «Elvira Sastre, la niña prodigio de la poesía, gana el premio Biblioteca Breve». Fue reconocida por Días sin ti, su primera novela. Hace varios meses había leído algún extracto que compartió en Instagram. No sé de qué forma será, pero ya quiero leerlo, aunque es incierto que su obra pueda llegar a Venezuela todavía.
«Día ocho sin ti:
me he ido a dar un paseo a la playa,
ha llovido como si le rompieran el corazón al cielo
y he comprendido
que uno es de donde llora pero siempre
querrá ir a donde ríe».
Así fue como conocí a Elvira Sastre, la poeta. Con apenas unas líneas de su vida pude saber quién era, pude encontrar todo su trabajo y, después de tanto tiempo, confieso que aún la sigo descubriendo. Cuéntame tu experiencia, ¿cómo conociste a esta poeta? ¿Cuál es tu poema favorito? ¡Compártelo conmigo! Y si quieres leer más entradas de Intronersos, haz click aquí.
@Luisdejesus_