En 2017, exactamente el 30 de julio, cuando las venezolanas y venezolanos acudamos a los centros de votación, para elegir a nuestras diputadas y diputados, para conformar la Asamblea Nacional Constituyente, el deber es escoger acertadamente a los Fabricios que deberán ocupar con dignidad las curules de la trascendencia, de la Revolución, del Estado de nuevo tipo y de la definitiva independencia.
El 30 de junio de 1962, a un año de la descarada traición al pueblo venezolano que había luchado por salir de la dictadura militar que encabezaba Marcos Pérez Jiménez, un diputado de aquel Congreso instalado en tiempos de alborada y esperanza, un diputado que había presidido la Junta Patriotica que derrocó al dictador y representaba los sueños de miles de venezolanos que veían surgir la democracia como asiento proclamaba su renuncia al engaño y la traición de una dictadura de nuevo tipo.
Fabricio Ojeda, patriota, antidictatorial, periodista y diputado, para quien “el sacrificio de nuestros mártires no sería en vano” renunciaba a su curul, para el cual había sido elegido con la más alta votación de entonces. Expresa, en una trascendental carta dirigida a sus colegas diputados , que acude a ese medio para “expresar la decisión de dejar el Parlamento – este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado -, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”.
Fabricio estaba cada vez más convencido de “la necesidad de un cambio a fondo” de la realidad venezolana y padecía la temprana frustración de quien había creído en la opción parlamentaria de entonces como contribución “para recobrar su perfil de nación soberana, recuperar los medios de riqueza hoy en manos del capital extranjero y convertirlos en instrumento de progreso colectivo”. Por eso declara a sus colegas parlamentarios y al pueblo venezolano, la decisión de su camino cierto: “Vamos a las armas con fe, con alegría, como quien va al reencuentro de la Patria preferida”. Es la misma Patria de estos nuevos tiempos, perfilada como socialista, en la 5ª Republica, en estos tiempos de Revolución Bolivariana, por el nuevo líder, libertador e independentista del siglo XXI, el Comandante Hugo Chávez.
Fabricio Ojeda, patriota revolucionario, diputado, convencido del significado histórico del parlamento como poder legislativo y pilar fundamental de la República, renuncia a la distorsión del mismo y por ello se va a la guerra “para acabar con la violencia y alcanzar la paz”. Entendía y defendía “la defensa del Parlamento independiente corresponde a todos y la defensa de la Constitución es un deber irrenunciable… por la restitución de la constitucionalidad democrática, por la Cámara de Diputados escarnecida y atropellada, por la independencia de los poderes públicos, por la democracia y la justicia”.
Por eso hoy, ante un parlamento usurpado y vilipendiado “legalmente”, secuestrado por una camarilla proimperialista y apátrida, reflexionar acerca de la convocatoria para conformar el supremo parlamento, el parlamento del soberano, el parlamento originario, expresado por la Asamblea Nacional Constituyente, implica tener presente a nuestro inmortal Fabricio Ojeda, a su experiencia, a sus alertas y denuncias, a sus opciones patrióticas de entrega por la liberación y el socialismo.
Avanzamos hacia la paz con la convocatoria para la Constituyente. Si hay traición, volveremos sobre las huellas de Fabricio Ojeda. Por eso hoy, a la hora de elegir, hagámoslo con conciencia, elijamos a diputados como Fabricio Ojeda.
Ilustración: Xulio Formoso