La muy usual y nada extraordinaria agresión yanqui en contra de Venezuela sigue su curso de desarrollo según los planes estratégicos diseñados por los amos del mundo.
A través del dólar, esa arma de exterminio masivo con la que el imperio del capital impone su supremacía sobre las Naciones que considera inferiores, se ataca actualmente la soberanía monetaria de Venezuela, al tiempo que se agrede también el nombre y la memoria de nuestro Libertador Simón Bolívar.
En algunos otros momentos me he referido, muy optimista, a la cada vez más inminente muerte del dólar, como patrón monetario y signo de hegemonía dentro del capital financiero mundial y las relaciones que en torno a él se tejen. Sin embargo, la coyuntura presente, lejos de confirmar mi optimismo lo aniquila o -al menos- lo posterga para un impredecible futuro.
La lenta pero segura muerte del dólar, en un momento cuando la crisis del capital financiero mundial es expresión de la inminente muerte del sistema capitalista, requiere todavía de muchos años más de confrontación de clases entre trabajo y capital, entre proletarios y burgueses.
Esa deseada muerte del capital y del dólar como expresión hegemónica de la compleja realidad que identificamos como «sistema capitalista», está muy lejana todavía.
Por otra parte, históricamente estamos obligados a recordar Septiembre como un mes que tiene mucha importancia simbólica por aquel 11 de 2001 cuando el Pentágono decidió derribar las Torres Gemelas y pretender buscar culpables, de ese hecho, en Afganistán, país que muy pronto sería invadido mientras el Imperio del capital oxigenaba su hegemonía y le inyectaba otras décadas de supervivencia al más inhumano y perverso de los modos de producción clasistas que haya conocido nuestra cultura desde el génesis de la Historia.
El 11 de septiembre de 2001 el Departamento de Estado yanqui estaba jugando a la salvación, a la supervivencia de su sistema de dominación y explotación en un extremo degradado y con el dólar soportado únicamente por el «prestigio» ideológico construido por siglos de explotación.
Sobre esas premisas, y el aludido «prestigio» de ese símbolo monetario, es que se levanta ahora el saboteo imperialista contra Venezuela, las órdenes ejecutivas emanadas desde La Casa Blanca y el consecuente dolor y desaliento que provoca el dólar en la guerra contra Venezuela, su pueblo, su Estado y su soberanía.
El avance del Caballo de Troya imperialista es inminente. Lo que, en otras oportunidades, hemos denominado «La dolarización del pensamiento» es un hecho. La soberanía de nuestro Bolívar monetario está en declive y se observa muy poca resistencia organizada, política, económica, mediática y militarmente, para frenar esta invasión.
El enemigo del pueblo venezolano se percibe cómodamente instalado en buena parte de su pequeña burguesía. Las políticas monetaristas que han sido aplicadas hasta el presente, evidencian un debilitamiento en la resistencia a la guerra multifactorial impuesta desde el Pentágono y, especialmente, la relativa a los ataques contra nuestra economía.
Es hora de que el Poder Popular asuma su protagonismo estratégico de una manera mucho más explícita y junto al Gobierno Bolivariano que preside nuestro camarada Nicolás Maduro. Es la hora de vencer sin vacilaciones. Es el momento de detener la dolarización del pensamiento venezolano o estaremos entregando nuestra soberanía.
Ilustración: Iván Lira