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El 27-F ¿fue obra de provocadores?

No. Definitivamente NO. El Caracazo fue un salto cualitativo en la lucha de clases. Veamos algunos aspectos necesarios de contemplar al respecto:

Acerca del origen del universo, de nuestro planeta y de la llamada «vida animada» en el mismo, existe una teoría que trata de explicarlo «por generación espontánea». En estricto sentido, esa teoría, como cualquier otra que, desde el orden especulativo, intente explicar la realidad, siempre será trunca si no contempla en ella las múltiples determinaciones que la hacen concreta.

En el caso de la realidad social, ello es mucho más dramático por cuanto la cosmovisión occidental, patriarcal y cristiana ha hecho del «hombre» un ser supuestamente superior a todas las demás especies, por lo que «puede», voluntariamente determinar el destino de todas las demás. Es por eso que éste vive inventando armas, bombas, insecticidas, papeles matamoscas y otros objetos para el exterminio de todo cuanto está (¿está?) bajo su supremacía y se niega a reconocer la misma.

Por eso también, a lo largo de la historia de las luchas de clases, acontecimientos propios de la dialéctica social, como el fenómeno de la Comuna de París, en la Francia de 1871 o la Comuna (Caracazo, impuso la mediática hegemónica) de Caracas (Venezuela 1989), jamás se entenderán -desde la cosmovisión dominante- como espontáneos resultados de la confrontación entre opuestos que de su lucha pueden posibilitar un crecimiento, una síntesis, sino que se verán siempre como provocados por revoltosos, agitadores, «enemigos del orden» y de lo establecido, por una suerte de rojos, de comunistas, empeñados en acabar con la democracia y la libertad de producir bajo la égida del capital.

La larga introducción precedente ha querido contribuir a entender y explicar que lo ocurrido en Venezuela en febrero de 1989, fue un verdadero estallido social de carácter espontáneo y no voluntariamente determinado. Nuestro Comandante Hugo Chávez lo entendió así, perfectamente, mientras cabalgaba sobre su Rocinante: adarga, peto y espaldar mediantes, enfrentando molinos para avanzar con sus sueños, arropados por un sacudón del que ni siquiera pudo participar, porque tenía fiebre, lechina (erisipela), guardaba reposo y, además, era imposible que lo imaginara porque era inimaginable hasta para el más agudo «científico social» o el más preclaro de los dirigentes sociales existentes.

Cuando conocí personalmente a Hugo Chávez, fue en 1994, cuando él acababa de salir de la prisión de Yare (estado Miranda) y coincidimos en la Librería del Ateneo, en el sector Bellas Artes de Caracas. En aquella primera conversación aludió directamente a un artículo que yo había publicado en el Suplemento Cultural de Últimas Noticias, en 1990, justo cuando un grupo de habituales colaboradores de ese semanario dominical, participábamos, con nuestros aportes, en un balance de lo acontecido en el Caracazo. Le había llamado la atención el que le comparara con la Comuna de París, calificación que me dijo suscribía. Más tarde le escuché referirse públicamente al 27 de febrero de 1989 como la fecha en que comenzó el Siglo XXI. Al árbol de las Tres Raíces, siempre aludido por Chávez como asiento intelectual orgánico del Movimiento Bolivariano 200 (MBR-200) y motor que traería a la Revolución Bolivariana hasta el presente, le sumó la cápsula iniciadora que le aportaría espontáneamente el pueblo venezolano, al rebelarse y enfrentar al neoliberalismo (el 27-F de 1989) y partir así la historia de dominación del capitalismo y de su Estado imperial yanqui-sionista.

Con estos comentarios y reflexiones quiero destacar el carácter espontáneo de la explosión social, conocida pública y comunicacionalmentecomo El Caracazo. Además, para profundizar ideas acerca de esa calificación histórica en el contexto de la lucha de clases, añado otros aspectos a tener en cuenta para aquella fecha:

1.- El movimiento político-revolucionario nacido en Venezuela durante el período gubernamental del «puntofijismo» (pacto de gobernabilidad que seguía al calco el esquema estadounidense y liberal de «democracia representativa»), para la fecha de la insurrección popular de masas, en 1989, prácticamente no existía, venía de ser derrotado militarmente y se encontraba en período de casiextinción política e ideológica.

2.-La organización de las izquierdas quedaba reducida entonces a pequeños grupúsculos de rendidos cuya única existencia era en los registros electorales quinquenal, para las elecciones presidenciales, pero sin ninguna opción de poder.

3.-La intelectualidad de izquierda había abandonado para entonces el lenguaje de confrontación de clases y para nada aludía al socialismo o al comunismo como objetivos o como los fines a alcanzar.

4.-Para 1989 no existía en Venezuela ningún tipo de poder popular organizado que fuese capaz de convocar, conducir y orientar hacia algún objetivo un estallido social como el «sacudón» aludido.

5.-Las primeras expresiones de organización popular, derivadas del 27-F, se dan en sectores fabriles, asistenciales y de servicios, al margen o en contra del curso de las organizaciones  sindicales (sindicaleros) de corte patronal y en barriadas populares más allá de las inocuas o progubernamentales «asociaciones de vecinos».

6.-Desde el campo político convencional, dos figuras capitalizaron el descontento del Caracazo y lograron dirigir la «oxigenación» de la hegemonía gubernamental del capital: Seudónimo Isturiz, quien se convierte en el primer Alcalde de Caracas apoyado por las izquierdas y Rafael Caldera, quien alcanza por segunda vez la Presidencia de la República (está vez ya no respaldado por el Partido socialcristiano que él mismo fundadora, sino por la convergencia de factores diversos -el «chiripero»-, algunos de ellos provenientes de las  izquierdas).

7.-Sólo el liderazgo del Comandante Chávez, su conducción de la rebelión militar y civil de 1992 y la consolidación de la victoria electoral Bolivariana en 1998, logran insuflar aliento auténtico y popular a las organizaciones y movimientos revolucionarios que sobrevivían sin casi proyección.

8.-Es a partir de 1999, con el empuje del proceso Nacional Constituyente, el surgimiento de una nueva Constitución y el nacimiento de la 5a República cuando se reivindica consciente y masivamente la importancia revolucionaria, social, política y organizativa del fenómeno del 27F y su incidencia en el destino de la Revolución Bolivariana y su contribución para el proletariado mundial en la construcción del socialismo.

Iustración: Iván Lira

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