Aunque siempre parezca que hay dos bandos rivales que se quieren destruir, al poder lo detenta uno solo, el poder es de quien maneja el sistema monetario.
El ser humano, algunos dicen que, es binario por naturaleza y, siempre le es más fácil comprender la realidad dividiendo al mundo en enemigos y amigos. No creo que sea así. Creo que esa creencia es impuesta desde los verdaderos dueños del poder. Como impone la necesidad de consumir, el poder nos impone que el mundo es binario. ¿Será que el poder sólo tiene dos manos para manejar los títeres que domina?
Siempre existe un amigo y un enemigo, el amigo nos despierta confianza el enemigo, odio. Cada uno detenta un poder que está sustentando, supuestamente por una lucha de ideas y que, cada uno defiende a su clase. Obviamente que las clases sociales están divididas por el dinero que tienen. Entonces la clase alta es la que detenta el verdadero poder. ¿O hay alguien más arriba? ¿Dios? ¿O quizás simplemente el que maneja la máquina de imprimir moneda?
Un tiempo atrás escribí un breve relato que decía:
“El otro día tuve un sueño, soñé que estaba en un desierto, nada me rodeaba, sólo en la lejanía se veían dos luces como faros. Me fui acercando despacio hasta que las luces tomaron forma, eran dos castillos inmensos de dura y sólida roca por cuyas alamedas se paseaban los iluminados, seres en cuyas cabezas brillaba una luz.
Unos, los de la derecha, eran los iluminados divinos, cuya luz era triangular y tenían el conocimiento de la divinidad. Los otros los del castillo de la izquierda eran los iluminados cósmicos su luz tenía forma de Universo y poseían el conocimiento de la materia. Entre ellos no se miraban, no se hablaban, una barrera transparente y sutil les separaba.
A la vera de los castillos, sin separarse mucho de los muros se paseaban los seres-sin-luz, que miraban con admiración a los iluminados y detestaban con igual pasión a los otros seres-sin-luz, que admiraban a los otros iluminados.
Miré a los iluminados divinos caminando y hablando entre ellos, miré a los iluminados cósmicos y tenían la misma actitud, ambos giraban como estrellas en el firmamento. En ese momento sentí un rumor de pasos y vi una muchedumbre que deambulaba por la línea media que separaba a los dos castillos, confundidos miraban hacia ambos lados. Me uní a sus pasos, la incertidumbre y la indiferencia me dieron un ritmo medio. Todo era medio, no lo soporté, salí presuroso y volví mis pasos de espalda a los castillos. Será que los que tienen el poder nos engañan con falsas luces para que no los veamos. Será que divididos en dos es más fácil que divididos en tres, cuatro o más.
Será cierto que hay que dividir para reinar.»