Entiendo. Resulta banal mencionar situaciones que generan discordia entre las personas como lo son la transexualidad y las creencias religiosas, sobre todo en un escenario en donde el tema resurgió se intensificó a causa de la participación de dos misses en un concurso de belleza y que puso en jaque la igualdad de los derechos. A raíz de ello han surgido muchos a ataques hacia la comunidad sexodiversa y se han ridiculizado, cientos de veces más, a los transexuales.
Lo que expongo aquí no tiene porqué ser verdad, pero claramente es un tema que me resulta inquietante mencionar porque, en un mundo como en el que vivimos actualmente, surgen miles de teorías relacionadas a ciertas situaciones. Yo, por mi parte, no pretendo imponer nada, pero sí les comento que, en medio de toda esta disyuntiva, me dio por pensar que Dios es trans.
Claramente no tengo pruebas para afirmar esa aberración que menciono, así como los religiosos no tienen pruebas sustentables de que Dios realmente existe y así como los científicos, a pesar de demostrar su tesis de la evolución del hombre tampoco tienen cómo demostrar que ese ser supremo no existe. Pero resulta interesante porque, además, hay quienes afirman que Dios es mujer y por ahí, en medio de todo esto, a alguien también se le ocurrió en algún momento pensar igual que yo.
En los tiempos remotos era la Iglesia la que tenía el dominio de los medios de información que surgieron a raíz de la invención de la imprenta. Para ese entonces, no se publicaba absolutamente nada que no estuviera aprobado ni por el catolicismo ni por la realeza. Los primeros escritos religiosos contenían lo que los padres interpretaban de la palabra de Dios.
Estudios históricos son recursos tangibles frente a la posibilidad de que Dios haya usado a sus profetas como medio para plasmar las que se suponen son las normas para que se rija la humanidad. La pregunta cliché, pero que no carece de sentido: ¿qué nos consta a nosotros que no hubo tergiversación de esa palabra con el paso del tiempo? En otras palabras, más allá de los profetas, que haya sido la Iglesia -y el egoísmo del hombre- la que se encargó de asumir lo que para él fue la percepción de cómo debería comportarse el mundo.
Miren, yo no estoy completamente seguro de que Dios que exista, ni hombre ni mujer. Puede ser una ofensa, y en realidad no pido disculpas por ello. Recuerdo que cuando era niño le pregunté a una tía practicante del cristianismo: «Si Dios creó al mundo, ¿quién creó a Dios?». Ella solo respondió que esa era una pregunta que yo no debía hacerme. Entiendo, es que no hay un sustento posible que aclare religiosamente cómo es que llegamos a todo esto, a dos personas en un paraíso, después de la simple nada.
No es despertar una discusión inútil, pero ¿quién puede asegurarme que es real un ser espiritual que ha prevalecido durante miles de años a costa de la fe, la creencia y la ingenuidad de muchas personas? No habrá ningún religioso que no tenga como sustento la Biblia, un texto que seguramente, ha sufrido modificaciones con el paso del tiempo debido a las adaptaciones y traducciones.
La iniciativa de escribir esta columna surgió a raíz de un artículo que tuvo mucho alcance en las redes sociales por parte de personas que con fervor creen y sostienen que un hombre caminó sobre el agua, pero tildan de «trastorno mental» el hecho de que alguien se someta al arduo camino de la transición porque sencillamente nunca se sintió conforme con su sexo.
María escribió una publicación en su página digital, que no mencionaré por no darle crédito, algunas palabras al respecto que rescaté. En el texto, con un tono bastante arrogante, se dirigió a Ángela Ponce, Miss España 2018, y, a parte de llamarla por el nombre que tenía anteriormente, aseguró que la modelo «cayó en la trampa de esos que quieren hacer creer a la sociedad que tu condición y otros trastornos sexuales son normales, deseables y plausibles».
Esa persona sentenció que Ponce es «una víctima que tarde o temprano acabará por sufrir las consecuencias» por haberse sometido a la transformación. Y eso me generó mucha molestia: que los cristianos, por el simple hecho de tener su creencia basada en un libro de una cuestionable creación, se creen jueces y señalan a los demás solo porque ellos creen que están en la posición de hacerlo.
«Mereces toda nuestra compasión y nuestra empatía. No necesitas aplausos, ni gente que te llame ‘reina’. Tienes un problema psicológico y necesitas ayuda», escribió María. Es aborrecible y puede ser hasta asqueante sentir algún tipo de compasión por parte de religiosos como si los homosexuales les aclamáramos, a ellos que aseguran llevar una vida sin pecados, algún tipo de perdón. Y no, no es así.
No incomoda que en este mundo cada persona tenga su propia creencia, eso es totalmente válido; lo que incomoda y resulta hasta asfixiante, es que un grupo quiera imponer su ideología religiosa únicamente porque se rige en ese libro que, como ya comenté, ha sufrido más transformación a lo largo de estos años que cualquier persona transexual.
Para terminar, quiero recordar que dentro de las mismas iglesias, sean de la tendencia que sean, han ocurrido robos, crímenes y violaciones sexuales; casos que perversamente han sido negados y censurados por sus líderes y seguidores, que se niegan a reconocer estas situaciones por el simple hecho de mantener una imagen hipócrita de lo que ellos aseguran que es lo correcto. Muchos, no diré que todos, juegan con la fe de las personas, y aún así no se juzgan a sí mismos.
Sostengo, además, que la discriminación se debe precisamente porque estos grupos aseguran tener la razón, como si fueran su propio Dios, a quienes no nos regimos por su religión. Por cierto, ¿por qué hay quienes definen la apariencia física de Jesús con tanto narcisismo? ¿Es un insulto decir que pudo ser negro?
Twitter: @Luisdejesus_