Por: Luisa Ugueto
Recientemente alguien me comentó que las películas de Woody Allen eran difíciles de entender y que existía en ellas un lenguaje complejo, que no estaba al alcance de la mayoría. Esa afirmación no sólo me pareció un tanto absurda y pretenciosa por parte de quien la emitía, también –y sobre todo- me pareció falsa. Las películas de Woody Allen son, como las de cualquier director, un espejo de sus intereses y conflictos personales, los cuales no difieren mucho de los que padecemos la mayoría, sólo que tal vez no los exponemos de igual forma.
Actualmente se encuentra en cartelera una de sus últimas películas, debido al Festival de Cine Independiente de USA 2016. La cinta, “Un hombre Irracional” (2015) gira en torno a temas y circunstancias recurrentes en la filmografía del director estadounidense: el amor, el miedo, el azar, la soledad y el conflicto que subyace en todas las etapas de la vida.
Con Woody Allen pasa algo similar que con Andréi Tarkovski, el cineasta ruso, existe un prejuicio que impide que algunas personas se acerquen a su filmografía. Quizás esto tiene una razón: sus personajes son gente relacionada con el ámbito cultural, intelectual o artístico. Sin embargo, los peluqueros, mecánicos, profesores de filosofía, intelectuales, músicos o choferes de autobús, viven experiencias similares aunque en distintos contextos. A final de cuentas, todos somos simples seres humanos envueltos en la bruma de la existencia.
No me gusta etiquetar el cine de Woody Allen –ni el de ningún otro director- como “fácil”, “complejo”, “artístico” o “comercial”, todas esas palabras no pueden definir su estilo, su sentido del humor. Me gusta especialmente de él, la forma en que construye sus personajes, de ese modo inteligente que nos permite reír de las limitaciones que rodean la condición humana. Precisamente en eso es experto, en exponer sus miserias, en reírse de sí mismo y hacernos reír de nuestras falencias y dificultades.
Aunque sus personajes formen parte de un grupo social particular, sus películas no pierden la conexión con el resto del mundo, el cual siempre tiene problemas similares “vivimos en una cultura dominada por el éxito. Es comprensible que todo el mundo necesite que le quieran, pero eso no justifica la ansiedad desmesurada por el éxito. Lo terrible es que la gente de hoy se avergüenza de sus fallos o de confesar que no tiene un buen momento o de su infelicidad” le comentó el director originario de Nueva York al escritor Javier Marías en una tertulia celebrada en Madrid en el año 2011.
El éxito, el fracaso, el infortunio, los conflictos personales son temas tratados con humor en sus películas, en aquellas donde él actuaba -ya hace mucho que no lo hace- y en las que dirige y escribe. Los personajes neuróticos, nerviosos, que hablan rápido, van al psicoanalista y tienen problemas de insomnio parecen el alter ego de este director y a la vez son espejos de realidades con las que cualquiera podríamos identificarnos.
Aunque mi película favorita de Woody Allen no es una comedia como la mayoría de las que ha filmado a lo largo de su carrera (Match Point es un drama en todo el sentido de la palabra y no se parece en nada al resto de su producción) su estilo pervive en todas sus cintas, por ello cada una es una experiencia gratificante y diferente.
Si tienes dudas de lo que te digo, compruébalo mirando “Un hombre Irracional”, se encuentra en cartelera en las salas de cine del país.