A estas alturas quizás ya estás harto del tema, tal vez te preguntes ¿por qué tanta gente se toma el trabajo de hablar de este compositor y cantante mexicano recién fallecido? Puede no gustarte Juan Gabriel e incluso caerte muy mal y con eso no hay problema. Los gustos y las opiniones son libres, siempre he creído que no elegimos lo que nos interesa, nos sentimos atraídos hacia ello de un modo natural, como el amor, el deseo sexual o el gusto por el chocolate.
Sin embargo, los fenómenos culturales son innegables y nada tienen que ver con nuestros gustos individuales o deseos, a mí no me interesa David Bowie ni tengo ningún conocimiento sobre sus aportes a la música o a la cultura universal, sin embargo, comprendo perfectamente todas las opiniones y conceptos que surgieron luego de su muerte. Ignorar lo que alguien representa nada tiene que ver con que esa persona en efecto signifique mucho para uno o varios grupos sociales, culturales, intelectuales, musicales, etc.
Juan Gabriel tiene una importancia fundamental en nuestra cultura, no sólo como compositor, cantante o como figura del espectáculo, sino como referencia, ícono y fenómeno social “para Carlos Monsiváis, Juan Gabriel no sólo fue el mayor ídolo popular después de Pedro Infante, sino un creador que lo conmovía y lo alegraba. Festejar cada una de sus canciones, Amor eterno, Hasta que te conocí y La muerte del palomo, lo solidarizó con su historia de vida, sus carencias y su discriminación sexual. La propia historia de Juan Gabriel lo hizo entrañable para millones de mexicanos que se identificaron con él” afirmó la escritora mexicana Elena Poniatowska en un texto publicado en el portal del diario La jornada de México.
En los años 70´s eso de ser afeminado no aumentaba tu popularidad, por el contrario te colocaba en una posición bastante delicada y desventajosa por decir lo menos. Si es cierto que en 1971 el debut del llamado “Divo de Juárez” con su álbum “El alma joven” donde se incluyó el éxito “No tengo dinero” fue un verdadero batacazo, también representó el inicio de una lucha por mantenerse fiel a sí mismo y soportar una serie de burlas, ironías y ataques, ya que el tema de su sexualidad siempre fue un motivo para intentar denigrarlo o ridiculizarlo.
Sin embargo, Juan Gabriel siempre supo mantenerse firme y hacer lo que para muchos es imposible: ignorar al mundo de afuera y escuchar su propia percepción sobre la música, la expresividad y el arte sobre un escenario. Nunca trató de encubrirse, meterse en el closet de los prejuicios ni intentó ganar admiradores escondiendo su verdadera forma de ser, como sí han hecho muchos por el miedo al linchamiento moral al que se han visto expuestas siempre las personas con ciertos atributos que pueden relacionarse con una sexualidad ambigua.
A pesar de las críticas, su imagen, desde los inicios tenia un gran poder y eso lo sabían los empresarios cinematográficos de la época.
Desde aquel tiempo y debido a ese éxito súbito, el cine lo acogió como antes lo haría con personajes de la música como Pedro Infante, Alfredo Sadel, Javier Solís, Jorge Negrete, Vicente Fernández, Raphael, Sandro y tantos otros que sin ser actores lograron protagonizar películas –algunos sin mucho brillo ni grandes pretensiones artísticas- para el mero entretenimiento de las masas, como una forma de meter en las salas de cine a sus miles de seguidores.
Sin ser un actor profesional –ni pretender serlo- Juan Gabriel incursionó en el séptimo arte llevado por el peso de su fama. En la mayoría de las ocasiones en que lo hizo se representó a sí mismo o le dio vida a un personaje que también como él cantaba y componía canciones. Comenzó a participar en películas realizando un protagónico en la cinta “Nobleza Ranchera” (1975) donde al igual que en otras que protagonizó (Del otro lado del puente/1978, El Noa Noa/1979, Es mi vida/1982, El Noa Noa 2/1983) la música tenia un peso capital en la trama.
Siendo francos, estas películas no tienen ningún tipo de pretensión artística, cuando las observas tienes la impresión de que son simples excusas para ver al cantante. Si ponemos las cosas en perspectiva, debemos tomar en cuenta que en aquel tiempo no existía YouTube ni las redes sociales, por ende ningún artista tenían canales de comunicación tan directos con el público como en la actualidad, por ello tal vez este tipo de cintas gozaron de gran popularidad, ya que brindaban la oportunidad de ver a los ídolos en otras facetas.
Aunque algunos como Pedro Infante hicieron películas de innegable valor cinematográfico, otros cantantes como es el caso de Juan Gabriel, Sandro e incluso el mismo Raphael filmaron algunas películas sin grandes conocimientos sobre lo que representaba el séptimo arte, tan sólo como una forma de la industria de utilizar su imagen para generar largas colas en los cines.
Es así que aquella sociedad que lo juzgaba y tenía opiniones peyorativas sobre su expresividad artística, sus amaneramientos y lenguaje corporal en un escenario, permitió que a través del cine su imagen se expandiera mucho más dándole otros espacios para mostrar su talento como compositor y cantante.
“Nobleza ranchera” estuvo protagonizada por Sara García, el gran actor Carlos López Moctezuma (Felicidad/1957) y Verónica Castro, entre otros destacados artistas de la época.
De igual modo, en cintas como “Es mi vida” representó su propia historia llena de carencias e incontables sufrimientos por esa infancia terrible de la que tuvo que sobreponerse, tal como lo contó Carlos Monsiváis en un articulo de su libro “Escenas de pudor y liviandad”: “si no supiésemos del happy end sería triste lo que sigue: hambres, malos tratos del egoísmo urbano, noches sin sitio para dormir, una temporada en prisión porque un malvado lo acusó del robo de una guitarra, días y semanas aguardando en la afueras de las grabadoras, sin que siquiera las secretarias lo saluden”.
El resto ya es historia, las películas, canciones y su obra están a la disposición de su público y de las generaciones por venir. Particularmente tengo una opinión sobre el tema, eres libre de tener la tuya.