Una buena biografía debería tomar riesgos y tratar de dimensionar a su personajes en todos sus matices
Una película biográfica tiene la obligación de responder preguntas: ¿por qué este artista, cantante, político, actor, actriz, escritor o personaje merece que su historia sea contada? ¿Por qué es tan grandiosa su vida para pasar horas escudriñando en ella? ¿Cuáles son sus méritos? ¿Qué hace sobresalir a este personaje? ¿Por qué es valioso?
Cuando una biografía cinematográfica no responde estas inquietudes no ha logrado cumplir su cometido.
Bohemian Rhapsody, la película biográfica sobre Freddie Mercury, es un intento fallido por acercarnos a la vida de este talento. La cinta dirigida por Bryan Singer y protagonizada por el actor Rami Malek no logra mostrar las razones por las que el cantante británico merece su propia biopic.
Es significativo que aunque se supone que una biografía es un homenaje, Rapsodia Bohemia, contrariamente de lo que pudiéramos pensar, parece un insulto, una venganza, una forma de desacreditar al biografiado. Está llena de situaciones desagradables y fuera de lugar que colocan al cantante bien lejos de sus cualidades artísticas.
En primer lugar, en la película sobran las escenas de presentaciones y conciertos que supongo tienen la intención de mostrar los alcances en escena de Mercury. No obstante, la representación que se hace de él no muestra ni una pizca de su carisma y talento interpretativo. El actor casi lo parodia. Estéticamente no se parece en nada.
El filme nos ofrece el espectáculo lamentable de ver casi dos horas a un personaje arrogante, vicioso y promiscuo.
Cada escena es la excusa perfecta, no para recalcar una cualidad del intérprete, más bien para hacer notar alguno de sus vicios. Es seguro que el cantante británico tenía (como todos) defectos, sin embargo, una ficción biográfica se supone debería rescatar todos los rasgos de la personalidad y no solamente lo escandaloso o conflictivo.
Contar el escándalo no significa ser “agudo” o “profundo” cuando se narran las historias personales de un artista. Por el contrario, podría ser el camino fácil para acercarse a lo obvio.
No se trata de tapar el sol con un dedo y evitar que “la verdad” sobre la vida de un personaje salga a flote. Sin embargo, una “verdad” sesgada flaco favor hace.
Una buena biografía debería tomar riesgos y tratar de dimensionar a su personaje en todos sus matices, no quedarse en uno solo.
En la cinta hay una falla grave: la falta de profundidad, el nivel superficial en que se cuentan los acontecimientos. Da la impresión que la película se sostiene por aquella premisa de algunos tabloides de espectáculos: “el sexo vende”.
La vida sexual del cantante de Queen es representada con sumo detalle en la película. No se le presta igual atención a la música, su forma de conceptualizarla y el camino que tomó tanto Mercury como Queen para desarrollar su sonido y generar sus éxitos.
La imagen que el filme da del intérprete se asemeja mucho a la que brinda una cinta (también británica por cierto) sobre la vida del escritor Oscar Wilde. En ella vemos a Wilde vivir una vida dispendiosa: sexo, mentiras y no había videos porque todavía no se habían inventado. La película muestra a Oscar Wilde haciendo de todo menos pensar en sus libros. Esta es una forma absurda de homenajear a una persona que se ha hecho célebre debido a su oficio y no a sus amantes o amigos íntimos.
Algo similar pasa en Rapsodia Bohemia. Vemos a un Freddie Mercury de cartón hacer estupideces, pero nunca reflexionar sobre el modo en que estableció la relación más importante de su vida: la que tenía con la música.
Bohemian Rhapsody es un triste homenaje para un hombre que se merece mucho más.
@luisauguetol